Ocio y cultura
Muere Günter Grass

Un lúcido testigo del siglo XX

La obra de Günter Grass es tan inmensa, y su proyección cívica y humana tan relevante, que bien puede decirse que se va uno de los grandes autores europeos del siglo XX

Fotografía de archivo tomada el 20 de noviembre de 2014 que muestra al Nobel de Literatura alemán Günter Grass durante la inauguración de su exposición "Hundejahre" (Lit.: Años de perro) en Múnich, Alemania. / SVEN HOPPE EFE

Madrid

Fue un auténtico transgresor cuando en 1959 publicó su primera novela, El tambor de hojalata. Oskar, aquel enano que deambulaba por las calles armado con su tambor y que lo hacía resonar perturbando los desfiles nazis. Todo el mundo coincidió en que Grass abordaba la escritura de una forma personalísima y original, y así, individual y libre, escribió toda su vida, su larga vida dedicada a la literatura.

Hijo de alemán y polaca, en su juventud se formó en la Academia de Bellas Artes de Dusseldorf, y siempre fue un buen dibujante. De sus obras de ficción destacan El gato y el ratón, El rodaballo o Años de perro, siempre con trasfondos políticos sobre los que posa su crítica mirada. La guerra, la ideología, el compromiso, el género humano en definitiva, van pasando por los textos de Günter Grass, que jamás duda en exponer sus criterios, alejándose del reduccionismo.

Fotografía de Günter Grass tomada el 15 de octubre de 1999. / ARNE DEDERT

La producción del escritor alemán abarca también poesía - Interrogado, Recopilación de poemas, Tierra de noviembre-, obras dramáticas -Inundación, Los malos cocineros o Los plebeyos ensayan la revolución- y textos políticos como Alemania, reunificación insensata, donde expone su oposición a la unidad alemana por considerarla demasiado precipitada y traumática. Leer Mi siglo, publicado en 1999, también es una buena forma de conocer las opiniones de este "testigo incómodo" –como le llama Juan Cruz en El País- pero absolutamente lúcido.

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En 2006, Grass publicó Pelando la cebolla, un repaso a su vida, donde reveló que había pertenecido, en su adolescencia, a las SS de Hitler. Esta confesión, que nunca había sido un secreto, aunque Grass había dejado de hablar de ello durante décadas, provocó una gran polémica en Alemania e incluso se solicitó que el autor devolviera el premio Nobel. Sus defensores contarrestaron esta circunstancia de su vida con las críticas de Günter Grass a las guerras, como la de Irak, o a la venta de armas, y su compromiso con los derechos de las minorías en su país.

El propio autor admitió con naturalidad una peripecia, ahora vergonzosa, de su propia juventud, y confesó: "Me reprocho mucho más otras cosas que haber pertenecido a las Wafen SS. Por ejemplo, que no fui capaz de cuestionar nada tras el asesinato de mi tío, que cuando mi compañero de colegio Wolfang Heinrich desapareció no hiciera las preguntas adecuadas, que cuando desapareció un profesor del colegio para llevárselo a un campo de concentración, y a su vuelta, pese a que no hablaba de ello no fuimos capaces de preguntarle, de cuestionarnos algo. Lo hicimos y no hice preguntas".

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