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El vandalismo empaña las protestas raciales en Baltimore

200 detenidos y 19 policías heridos tras una noche de saqueos

Un policía estatal de Maryland durante los disturbios tras el funeral de Freddie Gray. / Andrew Burton (AFP)

Un policía estatal de Maryland durante los disturbios tras el funeral de Freddie Gray.

Nueva York

“Yo no creo que esto sea por Freddie”. La hermana melliza de Freddie Gray, respondía así los violentos disturbios que se produjeron durante la tarde noche del lunes en Baltimore. “Quiero que todos ustedes pidan justicia por mi hijo, pero no lo hagan así”, decía la madre del chico fallecido ante los periodistas.

De nada sirvieron las llamadas a la calma de la familia Gray. Las protestas tras el entierro del joven de 25 años, de raza negra, que murió mientras estaba bajo custodia de la policía, derivaron en disturbios, vandalismo y saqueos. 200 personas fueron detenidas por los destrozos, que dejaron un saldo de 19 policías heridos, 144 vehículos y 15 inmuebles incendiados.

Los disturbios han desviado la atención de los medios de la muerte de Gray y las causas sociales subyacentes, a la violencia callejera, como ocurrió hace unos meses en Ferguson.

El presidente Obama lamentaba desde la casa blanca que los incidentes mermen las protestas pacíficas. “Están robando, no protestando”, decía el presidente que llamó “criminales” a los protagonistas del vandalismo.

Obama aseguraba que como país, EEUU “tiene que reflexionar”. “Esto no es nuevo y no debemos pretender q lo es. Sólo hay una nueva conciencia gracias a las redes sociales”, aseguraba el presidente.

Tras una noche de saqueos, los vecinos de los barrios de Baltimore donde se han producido disturbios e incendios, limpiaban las calles de desperfectos, mientras cientos de miembros de la Guardia Nacional se despliegan en la ciudad.

Muchos en Baltimore entienden la rabia y creen que la violencia es la única forma de llamar la atención y que las cosas cambian. “No creo que esté mal ser violento para que te escuchen”, dice Maze, en la NPR. Pierre Thomas, de 37 años, entiende que Baltimore tienen una historia de desigualdad y que la comunidad negra se siente abandonada, pero no le gusta ver los comercios de su barrio ardiendo. “Todo el mundo está enfadado”, dice. “Pero hay una forma correcta y una forma incorrecta de hacer las cosas. Entiendo porqué lo hacen, pero no lo apoyo. Están destruyendo su propio barrio”.

El gobernador de Maryland, el republicano Larry Hogan, ha desplegado a la Guardia Nacional para que asista a la policía local.

“Las cosas van a ser diferentes hoy”, dijo durante una rueda de prensa, el martes, en la que culpó de los incidentes a “bandas itinerantes de matones”. “Estaremos más preparados”, añadió. “Tendremos a más gente de la policía y de la Guardia en la calle y también del departamento de bomberos del estado”. Según sus estimaciones, la presencia policial en Baltimore se ha doblado desde el martes. Además, desde a partir del martes habrá un toque de queda entre las 10 de la noche y las 5 de la madrugada.

La policía y las autoridades locales rechazaron cualquier conexión entre la violencia del lunes y las protestas pacíficas que siguieron a la muerte de Gray y aseguran que el vandalismo fue provocado por criminales que se aprovecharon del momento. Muchos en Baltimore están de acuerdo.

La muerte de Gray el 19 de abril ha reabierto la herida en una ciudad mayoritariamente negra, donde la alcaldesa, Stephanie Rawlings-Nlake, y el comisario de policía, Anthony Batts, -que son los dos afroamericanos- no han logrado reformar un departamento de policía con un amplio historial de trato agresivo e incluso brutal contra hombres negros.

Gray fue perseguido y arrestado por agentes de policía que iban en bicicleta cerca de las vivienda sociales, Gilmore Homes, en el oeste de Baltimore, el pasado 12 de abril. Un vídeo grabado con teléfono móvil muestra como le arrastraron a una furgoneta de policía mientras cojeaba y gritaba de dolor. La policía ha reconocido que tendría que haber recibido atención médica de inmediato en lugar del arresto y también que fue transportado sin cinturón de seguridad en la furgoneta.

Después de su llegada a comisaría, le llevaron en ambulancia a un hospital donde entró en coma y murió. Su familia ha asegurado que tenía un 80% de la columna vertebral dañada y que su laringe había sido aplastada.

La muerte desató una semana de protestas que habían sido mayoritariamente pacíficas hasta el sábado por la noche cuando algunos manifestantes se enfrentaron con la policía a las afueras de Camden Yards, el estadio de baseball de la ciudad.

Pero la violencia del lunes fue mucho peor, aunque la familia y las autoridades esperaban que se mostrara la cara más pacífica de la ciudad.

En la Iglesia Baptista Shilog, Gray yacía en un ataúd blanco, abierto, vestido con camisa blanca y corbata. Al lado, un cojín con una foto de él vistiendo una camiseta roja, con el mensaje “Paz para todos”.

 
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