Baltimore: la desigualdad detrás de los disturbios
Una cuarta parte de residentes de la ciudad viven bajo el nivel de pobreza
En una visita a Baltimore, el autobús en el que viajaba desde Nueva York no paró en el centro de la ciudad, como yo esperaba, sino en un polígono comercial a las afueras. Tomé un autobús local para llegar hasta el centro, al hospital John Hopkins donde iba a entrevistar a un prominente neurocirujano.
A medida que el autobús discurría por los barrios del este de la ciudad, los edificios abandonados, con las puertas tapiadas con paneles de madera, y las calles sucias y descuidadas, me traían a la memoria las escenas de la serie 'The Wire'. Al llegar al hospital, conté a los doctores la anécdota y pregunté. ¿Existe de verdad en esos barrios tanta pobreza y delincuencia como refleja la serie? “Es totalmente real”, me contestaron sin dudarlo.
El centro de la ciudad ofrecía un panorama totalmente distinto. Me encontraba en uno de los hospitales más reputados del país. Alrededor, una ciudad típica de Estados Unidos, con torres de cristal sin demasiado atractivo, si no fuera por un agradable puerto con barcos históricos, un acuario y numerosos restaurantes con terraza.
En las calles de una y otra zona, la mayoría de la gente era de raza negra (son el 64% de los habitantes), pero el aspecto de los barrios era radicalmente diferente.
“Baltimore no es Ferguson y sus principales problemas no son raciales. El alcalde, el presidente del concejo municipal el jefe de la policía, el fiscal y muchos otros líderes de laicidad son negros, al igual que l mitad de los 3.000 miembros de la fuerza policial.”, escribe en el Washington Post el periodista Michael A. Fletcher, que lleva 30 años viviendo en la ciudad. “Aún así las disparidades que separan a los que tienen y a los que no en Baltimore son tan grandes como en cualquier otro lugar. Y los chicos en la calle te dirán, que los policías negros pueden ser también un infierno con ellos”.
Freddy Gray era de Sandtown, una comunidad empobrecida en el oeste de Baltimore. Su vida era como la de cualquier chaval de su entorno. De niño, le encontraron altos niveles de plomo en sangre, por el plomo que se desprendía de la pintura de las paredes de su casa (algo habitual en edificios antiguos), lo que conllevó problemas médicos y de aprendizaje, según denunció su familia ante los tribunales. Sus antecedentes criminales muestran que se movía en el mundo del menudeo de droga. Pasó un periodo en prisión y su madre usaba heroína, según la prensa local. Nada inusual en los barrios pobres del este y oeste de Baltimore.
Una mirada a las estadísticas del barrio donde vivía Gray dejan claro que los motivos detrás de las protestas, van más allá de las circunstancias de la muerte del joven.
En Sandtown-Winchester/Harlem Park, más de la mitad de los adultos están en paro, según un informe del Justice for Policy Institute. Además, tiene un nivel de renta por unidad familiar ($24,006) muy por debajo de la media de Baltimore ($40,803), y cifras de criminalidad (23 por cada 1.000 habitantes) que superan la media de la ciudad (14,1 por 1.000 residentes). Los asesinatos son el doble, es una ciudad donde las tasas son altas: 68 en lo que va de año y 663 en los tres años anteriores. Un 33% de los edificios residenciales del barrio están abandonados.
Más de un tercio de los habitantes no tienen diploma de secundaria. La violencia doméstica es un 50% más alta en Sandtown que la media de la ciudad. Se producen 464,8 llamadas a los servicios de narcóticos por cada 1.000 residentes.
Las estadísticas globales de la ciudad no son más alentadoras
- Un cuarto de los residentes vive bajo el nivel de pobreza. Menos del 60% de los estudiantes de secundaria se gradúan.
- Según el gobierno federal Baltimore tiene la mayor concentración de adictos a la heroína del país.
- Los bebés de raza negra tienen 9 veces más posibilidades de morir antes de cumplir un año, que los de raza blanca. Los casos de sida con cinco veces mayores en la comunidad afroamericana.
- Baltimore tienen uno de los mejores servicios de salud del mundo, el del hospital John Hopkins, pero es privado e inaccesible para muchos ciudadanos pobres.
- La mortalidad infantil en la ciudad está en el mismo lugar que la de Moldavia y Belice.
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