El "recado" de Rajoy
Rajoy insiste en que él será el candidato a las generales para frenar las críticas internas y zanjar el debate sobre su sucesión hasta noviembre.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su participación en un desayuno informativo. / Sergio Barrenechea (EFE)

Madrid
Mariano Rajoy quiere repetir. Así lo anunció ayer en un desayuno informativo: “Sí. Yo quiero ser candidato. Confíen en mí, les irá bien”. En el PP creen que sus palabras son “un aviso a navegantes”. Lo ven como “un recado” para frenar las críticas internas y cerrar el debate sobre su sucesión. Una forma de parar los pies a Alberto Núñez Feijóo, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Poner fin a las guerras que se dirimen en su partido, dejando bien claro a todos, que él va resistir.
De esta forma se ha interpretado su declaración porque, además, Rajoy siempre había dicho que quería ser cabeza de lista “si contaba con el visto bueno de su partido”. Pero, de pronto, ayer se dejó de florituras. Se mostró contundente. Para algunos populares, incluso, bastante “crecido” en su respuesta.
Para los populares el mensaje es que ocurra lo que ocurra en mayo, el jefe del Ejecutivo no va a cambiar su hoja de ruta. Su idea es vender que el PP es primera fuerza política y tras formar gobiernos en minoría y alcanzar algún que otro pacto, demostrar que el mapa sigue siendo azul y continuar, así, hacia adelante con la vista puesta en noviembre. Muchos en sus filas consideran que es lo único que a él le importa.
Pero entre los conservadores hay pánico a la pérdida de poder territorial. Recuerdan que va a ser mucha la gente que se va a ir al paro, calculan que solo conservan la mayoría absoluta en La Rioja y Castilla y León y que va a ser “todo un trauma” no alcanzarla en Madrid y la Comunidad Valenciana.
Rajoy ya ha dicho que aunque los resultados sean malos, no va a hacer cambios. Y algunos cargos de su formación bromean con que su presidente es como Julio Iglesias porque con él, como en la canción, “la vida sigue igual”. Pero confían en que si hay un cataclismo, se replantee la situación. Y, también, que los barones hablen, por fin, en alguna reunión. Aunque hay quien piensa que nadie va a ser tan valiente como para hacerlo y que habrá que esperar a las generales para que empiecen “los movimientos”.




