Imparable
No hay sistema defensivo… no hay entrenador… es demasiado bueno… su talento no se puede frenar. La frase de Guardiola, con cuatro pausas dramáticas que auguraban lo que preveía, relata a la perfección lo que sigue siendo hoy Leo Messi
El argentino celebra uno de sus goles ante el Bayern. / PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)
Barcelona
El argentino ha madurado, se ha alejado del área, se deja caer mucho más en la zona de creación, parece incluso ausente en muchas fases del partido, pero en cuanto se le despierta el gen ganador, en cuanto aparece su instinto más depredador, es simplemente imparable.
Messi es la diferencia entre el Barça y el resto. Su calidad es superior a la de cualquier otro. No hay comparación posible. Alguno quiso acercarse, pero la afrenta únicamente supuso que volviera el Leo más bestial. Porque al argentino le van los retos.
Ante el Bayern, Messi podía demostrar que él está por encima de cualquier entrenador, incluso del más laureado y admirado. Le ganó Leo a Pep, se impuso el alumno al maestro con dos latigazos inolvidables. El primero, en un disparo de zurda que recordó a su gol en la final de Wembley, por la virulencia del tiro y la rabia de la celebración. El segundo, digno de museo, quebrando una cintura y disminuyendo a un portero gigantón, con una picadita con su pierna “menos hábil”, tal y como definió Messi a su pie derecho. Guardiola había controlado el partido, pero Leo es imposible de atar.
Sueña el Barça con el triplete a lomos del 10 más desbocado. Con él no hay imposibles. Superando ayer a Guardiola, Messi se ha ganado el derecho indiscutible a ser considerado el hilo conductor de la década maravillosa vivida en el Barça, que tras años de sequía, puede vivir en Berlín su cuarta final de Champions desde 2006.
En el Camp Nou se reescribe todo a partir de Leo Messi. Y lo mismo debería plantearse hacer el fútbol en general, cuya historia tendrá un punto y aparte tras el párrafo maravilloso e inigualable que está escribiendo la Pulga. El presente nos dibuja un futbolista capaz de todo. Y con todo sueña el Barça, donde más de uno pide que, ya que Messi se inspiró en la Sagrada Familia para tatuarse un antebrazo, no estaría de más que en el templo de Gaudí se tuviera un detalle ubicando algo de Leo en la piel del edificio. No habría mejor manera de honrar, en Barcelona, al que nadie puede discutir ya como dios del fútbol.
