Rajoy, un candidato más en mayo

Mariano Rajoy se ha puesto el traje de campaña. A sus 60 años, ha decidido volcarse en las elecciones municipales y autonómicas. Hace unos meses, su equipo defendía que como jefe del Ejecutivo no podía hacer mil y un actos porque tendría que compaginarlo con la agenda presidencial. Pero, al final, esta se ha reducido a lo mínimo. Ponerse al frente del Consejo de Ministros, recibir al presidente de la República italiana el lunes, sesión de control el próximo miércoles y poco más porque todo se ha trufado de actos de partido. Aunque a veces, como ayer, las tragedias lo cambian todo y así es como debe responder a lo que es su primera obligación. Por eso Rajoy tuvo que abandonar Tenerife para irse a Sevilla por el accidente de avión y hoy ya no vuelve para el segundo mitin que protagonizaba en Canarias.

En unos días volverá a su caravana, que en el PP, obligados por las circunstancias, al final le han ido llenando de intervenciones. Desde las elecciones andaluzas, el PP es un sinvivir. Las guerras internas, el debate sobre la sucesión, las críticas a la falta de reacción de su jefe recuerdan a aquellos meses previos al Congreso Nacional de Valencia en 2008 donde se vivían en cadena lunes negros y donde cada declaración de un líder se convertía en todo un terremoto.

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El Partido Popular presenta 13 candidatos autonómicos y más de 7.000 a nivel municipal. Todos se la juegan el próximo 24 de mayo y están muy preocupados. También toda la corte que va con ellos que temen irse al paro. Y más tras la encuesta del CIS, donde se ha constatado la pérdida de poder territorial. Aunque en el PP se minimizan los daños. Defienden que Ciudadano no les va a arrebatar tantos votos.

Pero el protagonista principal de estas elecciones es, sin lugar a dudas, Rajoy. Desde la dirección nacional del PP siempre le han restado importancia a las europeas y a las andaluzas, diciendo que no son comparables. Pero en esta ocasión lo tiene difícil para decir que el resultado no va con él. No se podrá desvincular del veredicto de las urnas.

Es su primer test real. Se examinan él, sus políticas y su formación. Porque todos sus barones han puesto en práctica sus recetas, han llevado a cabo sus recortes y han defendido la austeridad como seña de identidad. Diez de las trece comunidades que celebran elecciones y cuarenta capitales de provincia tienen gobiernos populares, 37 con mayoría absoluta. Y en el mapa azul se ha copiado el modelo Rajoy.

Por eso él sabe muy bien que esta cita es crucial para su futuro. Con la vista puesta en las generales vende que, con que el PP sea primera fuerza política en mayo, ya está todo ganado. Pero es consciente de que “el día después” se puede volver a cuestionar su liderazgo y que en su partido puede estallar una revolución, reclamándole cambios de forma urgente.

Las municipales y autonómicas son el prólogo de las generales. Van a desvelar cuál es la fuerza del Partido Popular y también la de las nuevas formaciones políticas, como la de Albert Rivera o Pablo Iglesias. Además, los pactos servirán para que todos se retraten.

Y hasta que llegue la noche electoral, Rajoy seguirá con su mensaje de recuperación económica. Seguro de que terminará por calar en la sociedad. Confiando en que, como a Cameron, le tocará premio. Y hasta ese momento, mejor no arriesgar. Esa es la clave. Nada de polémicas. Evitando, además, en todo momento cualquier recordatorio de corrupción. Como si no hubiese existido nunca en su partido