Rajoy no habla de corrupción aunque los suyos se lo reclaman para evitar la fuga de votos

Madrid

La corrupción no existe en el discurso de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno dedica la mayor parte del tiempo de sus intervenciones a la economía. Desde que España esquivó el rescate total, no ha dejado de presumir de su gestión y recordar que gracias a las políticas del PP, España ha iniciado la senda de la recuperación.

Tanto en precampaña como ahora, el jefe del Ejecutivo lleva su guión escrito. A veces cambia un párrafo de lugar, una coma o una palabra, pero el esquema siempre es el mismo y ahora en su caravana electoral se aprecia en todos sus mítines. Rajoy llega, saluda a los militantes, dependiendo del lugar cambia el chascarrillo, apoya a sus candidatos, clama sus bondades, pide el voto para su formación, ataca a los partidos emergentes… Si está en Andalucía, toca hablar de Susana Díaz. Si va a Cataluña, defender la unidad de España. A todo eso le dedica unos 10 minutos y el resto, otros 20, se los suele conceder a la economía. Es cuando los periodistas desconectan porque conocen perfectamente los datos que va a enumerar: con un rosario de cifras y la promesa de creación de empleo.

Esa es la estrategia del presidente y no tiene previsto modificarla. Menos aún cuando ha visto que a Cameron le ha dado buen resultado. Y en su partido admiten que más que por un escándalo concreto, lo que están es preocupados por “la reiteración de casos”. Del caso Gürtel, Brugal se pasó a nombres propios como el de Bárcenas, Rato, Rus… Sin descanso, van contaminando las siglas del PP. Algo que en las filas populares temen que, al final, les pase factura y cruzan los dedos para que no ocurra nada en los días que restan para la cita con las urnas.

Por eso Rajoy no habla de corrupción. Ni una mención hasta que sea imposible evitarlo. Todos piensan que lo tendrá que hacer en la Comunidad Valenciana. "Hasta entonces, mejor no mentar la bicha", dice un diputado. No vaya a ser que se derrumbe todo en el último minuto.

Pero algunos dentro del PP creen que es mejor afrontar la situación, entonar el 'mea culpa' y vender las medidas de regeneración democrática. Consideran que es la forma para reconectar con su electorado cabreado y evitar la fuga de votos a las nuevas fuerzas políticas que, como Ciudadanos y Podemos, han hecho de la lucha contra la corrupción su bandera.

Los candidatos territoriales, a diferencia de Rajoy, no esquivan la corrupción. Incluso cuando son teloneros del presidente. Como ocurrió en Tarragona, en el arranque de campaña, con el cabeza de lista al Ayuntamiento, Alejandro Fernández, defendiendo que la política no es “ni dinero, ni leches ni puñetas” sino “el honor del deber cumplido”.

Y en Canarias, José Manuel Soria también hizo autocrítica: “Por perder un partido, dos o tres o por el hecho de que a veces nos marquemos goles en nuestra propia puerta, no significa que vayamos a cambiar de equipo. No podemos cambiar porque este es un equipo extraordinario que aspira a ganar la final y la va a ganar”. Luego en un corrillo con los medios de comunicación se le preguntó si su metáfora futbolística se refería a Rato. Soria admitió que no hablaba solo del exvicepresidente sino del daño que “en general” todos estos casos han hecho a su partido.

Pero sus palabras contrastaban, una vez más, con los hechos porque durante la intervención de su sucesora como candidata del PP para Canarias, María Australia Navarro, se podía ver en el escenario, tras ella, a Paco González, alcalde de Mogán, imputado por ocho delitos en el caso Góndola.