Los refugiados palestinos de Homs están cansados de sufrir
"Dejar el país, es la única esperanza que nos queda", confiesa un refugiado palestino de Homs
Homs, Siria
Hoy nos dirigimos a Homs. Nada más llegar impactan varios cohetes a un kilómetro y medio de donde estamos, el tráfico se colapsa y tras varias horas de atasco conseguimos llegar al campo de refugiados de Homs.
Lo palestinos están perdiendo su sentido de comunidad, la frustración es generalizada, están cansados de sufrir. En el campo de Homs viven unos 12.000 refugiados de Palestina. La mayoría de ellos están traumatizados, pero los que más sufren son los niños, son testigos de la violencia diaria. Muchos han perdido algún familiar, les han visto morir. No reciben ningún tratamiento psicológico, su rendimiento escolar se ha visto severamente reducido, la situación es cada vez más preocupante, cuentan los profesores de las escuelas de UNRWA.
"Dejar el país, es la única esperanza que nos queda", confiesa una voz anónima en el campo de refugiados de Palestina de Homs, "aunque sea en uno de los barcos de la muerte".
Con el 75% de la ciudad de Homs destruida, 4 años de guerra y sin ninguna esperanza de que el conflicto se acabe en el corto o medio plazo, los refugiados de Palestina han perdido toda la confianza de que la situación vaya a mejorar. "No hay oportunidades de empleo, han aumentado las restricciones de movimiento, en lo único que pensamos es en librarnos de este sufrimiento diario que se vivimos en Homs.
"No somos inmigrantes, somos refugiados, vivimos en un país en guerra, lo hemos perdido todo, la familia, la casa, el trabajo". Podemos morir en cualquier momento, por eso huimos de Siria". Afirma Ghada, una refugiada de Palestina que desde hace 9 meses no sabe nada de su familia. Hablamos con ellos la noche anterior antes de que zarparan desde la costa de Libia hacia Italia, después no volvimos a saber nada más. El barco se hundió, en él viajaban mi prima, su hija y sus 4 nietos. Algunas de las personas que viajaban con ellos fueron rescatadas cerca de las costas de Italia, añade conteniendo una mueca de dolor. No hay ningún reproche en su voz, solo dolor.
No es un caso aislado, cada persona con la que hablas tiene historias similares. Jamal, un hombre de mediana edad, me cuenta que el barco en el que viajaba su hijo de 16 años naufragó cerca de la costa de Chipre. Afortunadamente sobrevivió, él y un amigo de su hijo. Sin embargo, llevan 6 meses en el país y no han conseguido nada, se les ha acabado el dinero y están en una situación desesperada. "Europa tiene que hacer algo, hay muchos palestinos en la misma situación y van a llegar más, vamos a seguir intentándolo” añade. Baja la mirada, sus ojos se humedecen, se da la vuelta y se marcha.