Muere B.B. King, 'el rey del blues'
El guitarrista B.B. King, gran leyenda del 'blues', ha fallecido en Las Vegas a los 89 años
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Madrid
Dicen las noticias que ha muerto el rey del blues, el chico que reinó en la calle Beale de Memphis cuando la ciudad de Tennessee era la gran meca del blues, la ciudad a la que King llegó joven tras dejar el campo y en la que fue creciendo, primero como locutor de una emisora musical para afroamericanos y más tarde como embajador universal del blues. En el camino se llevó más premios que nadie, vendió más discos que nadie y recibió los aplausos de escenarios de todo el mundo habiendo conseguido lo más difícil: ganarse el cariño de la gente.
B.B. King comenzó a grabar a finales de los años cuarenta con Sam Philips, más tarde fundador de Sun Records, el sello local que publicó los discos de Elvis, Roy Orbinson o Johnny Cash. Durante los siguientes años, King brilló como la gran estrella de la ciudad. Incluso actuó por primera vez ante un público blanco convirtiéndose en el gran referente para las generaciones que vendrían después.
A partir de los años ochenta su carrera discográfica se estancó, pero el rey de la calle Beale siguió siendo un habitual de los escenarios, un hogar que King nunca abandonó, donde se sintió cómodo a pesar de que hacía años que tocaba sentado. Aunque pareciese frágil en los años finales de su vida, King desprendía vitalidad y todavía era capaz de hacer arder el blues, de insuflarle un erotismo salvaje a su música desde esa vieja Gibson a la que bautizó como Lucille. “Pienso que el blues, como cualquier otra disciplina musical, tiene un lado bonito y un lado triste, y por otro lado está un lado verdaderamente feliz, por lo que intento representarlo de esa manera. El blues no siempre es triste, no al menos para mí. A veces te sientes contento, a veces quieres bailar”, explicó King durante una visita a Barcelona en 2004.
Hijo predilecto de Memphis, King llevó el blues a todos los rincones del mundo y nunca tuvo miedo de arrejuntar su música con otros estilos, como cuando colaboró con Raimundo Amador, con quien se entendía a base de sonrisas, o con Eric Clapton, con el que ganó un Grammy por Riding with the king (2000). King sonreía amable y aceptaba las preguntas de los jóvenes, pero también sus sugerencias.
El viaje vital de B.B. King recoge buena parte de los cambios vividos en los Estados Unidos en el último siglo. King nació en una América segregada donde el racismo todavía era visible en los estados del sur y deja a un presidente afroamericano en la Casa Blanca. Durante todos estos años de luchas, guerras y cambios sociales, el chico de Memphis se ha mantenido sereno y tranquilo con una misión tan compleja como sencilla, tratar de reflejar su felicidad, su estado anímico y su pasión en una canción de blues. Por el camino de ese viaje vital ha dejado un buen puñado de ellas como Please love me, The thrill has gone, Rock me baby o Lucille, pero sobre todo deja la impronta de su talento, su forma de entender el blues eléctrico, de dotar de electricidad a esas viejas composiciones de los campos y las granjas del sur. King fue maestro, embajador y pionero, pero también testigo de una época ya lejana. La muerte de BB King es el final de una etapa y de un reinado, el de aquel chico que llegó a Memphis con una mano delante y otra detrás y que a su muerte deja un legado inmenso y una herencia que no será olvidada, como su guitarra y su sonrisa.