Ocio y cultura

12 buenas razones para visitar San Francisco

San Francisco es la ciudad más atípica y menos encasillable de los EEUU. Es la ciudad de Keruac y Ginsberg (aunque ninguno nació aquí), de Jack London, de Levi Strauss, del rock psicodélico de Jefferson Airplane, de la Steve Miller Band y del flower power hippie de los sesenta. La ciudad donde nació la revista Rolling Stone, en 1967, y en la que viven ahora los creadores de Facebook, Google y Apple. Es decir, la ciudad donde se ha gestado nuestro futuro.

Frisco, como la llamaba Jack Kerouac, es culta, tolerante, librepensadora. Una ciudad de un millón de habitantes apropiada para recorrerla a pie, pero suficientemente grande como para ser cosmopolita. Está rodeada de mar y a apenas unos kilómetros de distancia ofrece bosques de sequoias, playas infinitas y una naturaleza desbordante. Aquí va una docena de pistas por si te dejas caer por esta esquina de California.

Inaugurado el 27 mayo de 1937, fue el puente colgante más largo del mundo durante mucho tiempo. Y sin duda, el más famoso. Tiene 2 kilómetros de largo y 65 metros de altura. El icono de la ciudad y una visita obligada. Hay un aparcamiento en ambos lados para poder fotografiarlo a conciencia o dar un paseo a pie por los carriles peatonales con que cuenta.

Pese a que es la ciudad de las cuestas por antonomasia, en San Francisco se usa mucho la bicicleta. Se fomenta su uso desde los estamentos oficiales, hay bastantes carriles-bici y mucho respeto por los ciclistas. Se pueden llevar bicis en el BART (algo así como nuestro sistema de Cercanías) y todos los autobuses y troles del MUNI, el sistema municipal de transportes, llevan delante este artilugio para que los usuarios coloquen sus bicis y puedan combinar ambos medios de transporte. La Bicycle Coalition es una organización local que promueve el uso de las dos ruedas. Un clásico entre los visitantes es alquilar bicicletas (por ejemplo, en el Pier 39) y cruzar el Golden Gate pedalenado hasta Sausalito o Tiburón. Luego se puede volver en algunos de los ferrys que unen estas poblaciones con el centro de la ciudad y que admiten bicicletas.

Es lo más parecido a un “centro de la ciudad” (según la concepción europea) que encontraréis en San Francisco, aunque de todos es sabido que una ciudad norteamericana, por definición, no tiene centro. Union Square es el barrio de los teatros, de los hoteles y de los restaurantes. Por las noche, las calles aledañas (Geary, Post, Jones, O'Farrell...) rebosan de ambiente. Hay bares de copas, multitud de restaurantes étnicos, groceries que cierran a medianoche, turistas despistados, beautiful people en restaurantes de diseño, alguna galería de arte trasnochadora, homeless en los portales, borrachos en las esquinas, torrentes momentáneos de gente que sale en tropel de un musical... La antítesis de la América pacata del medio oeste.

Situada al otro lado de la bahía, por el Golden Gate, la residencial Sausalito se ha convertido en el hogar de la burguesía acomodada, con chalés pegados al mar que quitan el hipo. Está prohibido construir torres de apartamentos lo que magnifica su belleza. Es el típico pueblo costero con paseo marítimo, restaurantes de pescado, tiendas de artesanía y vida relajada. A los sanfranciscans (y a los turistas) les encanta ir allí los fines de semana, sobre todo si hace un día soleado. A pocos kilómetros queda Tiburón, otro encantador pueblecito pesquero con la "calle Mayor más pequeña de Norteamérica" y unas vista de San Francisco y el Golden Gate insuperables.

San Francisco tiene un clima muy agradable, pero extraño. Las temperaturas rara vez suben de 22 grados por lo que no hace nunca el calor tórrido de los desiertos del interior. Pero en verano el aire caliente que baja de esos desiertos de California choca con las brumas húmedas del Pacífico a la entrada de la bahía y crea una niebla casi perenne, el famoso San Francisco fog, que oculta el cielo azul y baja los termómetros de forma alaramante. “El invierno que más frío pasé fue aquel verano en San Francisco”, dicen que dijo una vez Mark Twain.

Es un antiguo pantalán portuario reconvertido en la zona de ocio y restaurantes más famosa del centro de la ciudad. Pero es muy turístico y más falso que un museo de cartón piedra. Suele estar lleno de gente los días señalados. Hay mejores restaurantes y más tranquilos en otras zonas de los antiguos muelles mercantiles, yendo hacia la antigua y restaurada estación marítima.

 

Ir a misa en San Francisco es todo un espectáculo. Sobre todo si es una misa gospel como las que se celebran los domingos (a las 9:00 y a las 11:00; imprescindible ir media hora antes para coger sitio) en la iglesia metodista de Glide, en el 330 de Ellis Street. Aquí se celebra la existencia de Dios con jazz y rock e incita a los asistentes a vivir y dejar vivir, a luchar por la paz y por los derechos de las minorías. Glide Church es toda una institución en la ciudad. La fundo una beata filántropa, Lizzie Glide, en 1929. Pero desde que en 1964 se hizo cargo de ella un cura afroamericano y hippie, el reverendo Cecil Williams, se convirtió en un foco de revolución social donde tenían cabida los pobres y todas las minorías.

Un de las visitas clásicas en la ciudad. En medio de bahía, envuelta en brumas, se yerge esta isla presidio, una de las más seguras y siniestras de la historia reciente del país, reconvertida en atracción turística. También de las más peliculeras; basta ver la de juego que le ha dado a Hollywood.

Mission es el barrio latino de Frisco. Un reducto hispano a solo tres paradas del BART desde Powell Station, el centro urbano. Los carteles están en español, los restaurantes sirven tacos y enchiladas y los comercios venden artículos baratos para la población inmigrante de la ciudad. Se llama así porque todavía está en pie la misión Dolores, la iglesia que los franciscanos españoles levantaron en 1782 y que es el edifico más viejo de San Francisco y de toda California. Mission es uno de los barrios más activos y dinámicos de San Francisco. Buena prueba de ello es la impresionante colección de murales pintados en todo tipo de fachadas. Una ruta para verlos es la mejor manera de conocer el verdadero Mission.

Otra visita ineludible es a Castro, el barrio gay de Frisco. Y una de las mayores colonias homosexuales de Norteamérica. Un buen sitio para ir a cenar a restaurantes étnicos y elegantes o a bares de copas, con o sin ”ambiente”. Castro es el barrio de Harvey Milk, el activista que murió asesinado en 1978 por defender los derechos de los homosexuales. Vivía en el 575 de la calle Castro, la que da nombre al barrio.

California es tierra de vinos, pero San Francisco tiene también una larga tradición cervecera. Quedan aún muchos pequeños locales (brewery) que producen sus propias cervezas. Magnolia, en el 1398 de Haight St. y Thirsty Bear, en el 661 Howard St., son dos de las más famosas. Para tapas españolas y buena cocina, bar-restaurante Lalola, en Mason con Pacific.

Es el otro icono de la ciudad (aunque en realidad se llama cable car; tranvía es otra cosa), el gran invento para el transporte en una urbe hecha entre montañas con cuestas imposibles. Hoy solo quedan 3 líneas (Powell-Hyde, Powell-Mason y California Street), y tiene un uso más turístico que de transporte regular para los locales. Las antiguas cocheras y central de la maquinaria de los cables que tiran de los vagones, en el 1201 de Mason Street, es hoy el Museo del Cable Car.

 
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