Port Lockroy: el museo más al sur del mundo
Las discusiones sobre qué es lo “más” austral del mundo o lo “más” septentrional del mundo suelen ser inacabables. Pero en este caso, sí que estamos con total seguridad ante el museo más al sur del mundo. Y lo es con total seguridad porque Port Lockroy, antigua base científica británica reconvertida en exposición permanente, está en la Antártida. ¿Alguien conoce algo más al sur que éste continente helado?
En plena II Guerra Mundial, el alto mando del ejército británico decidió instalar bases en la Antártida con la excusa oficial de prevenir el paso y el avituallamiento de barcos y submarinos alemanes, y con la menos declarada pero más aviesa razón de tomar posiciones ante futuras e hipotéticas reclamaciones territoriales en esa zona del mundo, en la que ya Argentina y otras potencias estaban empezando también a dar pasos. El plan fue conocido con Operación Tabarin.
Una de estas bases se instaló en una bahía resguardada de la isla Wiencke, en la península antártica, que ya había sido utilizada desde principios de siglo por balleneros. Una vez acabada la guerra, la base no se desmanteló sino que pasó a manos al British Antartic Survey y siguió siendo usada como instalación científica hasta 1962, cuando fue abandonada.
Por suerte, la dureza del clima antártico no acabó con ella y dada su situación, tampoco hubo muchos vándalos interesados en llegar hasta allí para robar el cobre, los cables o las puertas o hacer pintadas tipo “Fulanito estuvo aquí”.
Gracias a eso en 1996 fue restaurada y reabierta como museo de las exploraciones antárticas. ¡El único lugar turístico en los 14 millones de kilómetros cuadrados que tiene la Antártida donde puedes comprar pins, peluches, tazas, llaveros, libros y todo tipo de recuerdos o mandar una postal! El interior se remozó pero se dejó tal cual estuvo hasta su abandono: con los mismos enseres e instalaciones que usaban los científicos, sus camas, sus ropas, los aparatos de mediciones, la estación de radio… Una de las estancias que más impresiona por su fidelidad es la cocina: parece que va a aparecer un explorador de mitad de siglo pasado a prepararse un filete de foca o a abrir una lata de Pemmican, un preparado alimenticio deshidratado que fue la base de la alimentación de las primeras expediciones árticas y antárticas. Port Lockroy es el lugar más visitado de la Antártida por el incipiente turismo.
Pero lo que más impresiona de la visita a este museo, el más austral del mundo, es imaginar la vida de aquellos pioneros en un lugar tan remoto y extremo como éste. Tenían que pasar inviernos enteros aislados aquí, en esta pequeña cabaña de madera perdida en la inmensidad de la Antártida, con meses y meses de oscuridad total, fríos inenarrables y la seguridad de que nadie podía ayudarles desde el exterior.
Y es que la Antártida… es mucha Antártida. Incluso con la tecnología actual.
Port Lockroy esta gestionado por el United Kingdom Antarctic Heritage Trust, que cuida también otras cinco cabañas o instalaciones británicas de valor histórico en el continente helado: Damoy Refuge, Detaille, Horseshoe, Stonington, and Wordie. Su web es esta.