Berlín quiere plantar cara al café para llevar

Berlín

Los más madrugadores de camino al trabajo, los estudiantes o los turistas. Pocos en Berlín se resisten a la tentación de comprarse un café para llevar, una bebida que en la capital alemana se puede adquirir en prácticamente cada estación de tren y en las pequeñas tiendas y cafeterías que inundan el centro de la ciudad.

Los cafés para llevar son cada vez son más demandados , por lo que la imagen de un ejecutivo corriendo con su vaso de papel en la mano ha dejado de pertenecer únicamente al imaginario de las series y películas rodadas en Nueva York.

La tendencia de comprarse un "coffee to go" está tan asentada en Berlín, que la clase política piensa ya en soluciones que sirvan para hacer frente a las grandes cantidades de residuos que se generan.

Según las encuestas, los envases de café para llevar forman parte del top-ten de mayores molestias en la ciudad, una lista en la que también figuran los excrementos caninos.

Para acabar con el problema, el SPD de la capital alemana quiere imponer un impuesto de 20 céntimos por cada vaso de papel, aunque sabe que no será fácil. En el pasado iniciativas similares no fructificaron debido a obstáculos legales, que consideran que esta sería una competencia federal y no de la ciudad-estado. Además también surge la cuestión de si este impuesto se debería extender a los envases de alimentos de los supermercados, en los que se vende también la carne o la fruta de un tiempo a esta parte.

El diputado socialdemócrata Daniel Buchholz, reconoce que vivimos una vida agitada pero pone de ejemplo a Italia y dice que allí todavía se ve a la gente en la pausa del almuerzo disfrutando de un expresso servido en taza. "Un momento de tranquilidad que no estaría de más aquí", señala.

Desde la CDU también insisten en buscar soluciones a esta práctica y dicen que presentarán una propuesta en el parlamento que sirva para que los berlineses generen menos basura.

En Alemania existe una gran conciencia ecológica y, en general, la sociedad está muy comprometida con el reciclaje. Desde hace más de 10 años en el país funciona un sistema conocido como "Pfand", por el que el usuario paga un canon adicional de unos 8 o 25 céntimos cada vez que compra una botella de cristal o de plástico. Una vez que devuelve el envase en un punto de recogida, normalmente supermercados o tiendas de bebidas, se le reembolsa este importe.