El sexo a todo volumen le cuesta la cárcel
Cuando Gemma Wale hace el amor con su novio Wayne, despierta a todo el vecindario de Small Heath, un barrio de Birmingham
Londres
"Es como si echara la casa abajo con sus gritos entrecortados, con los jadeos" dice alguien que vive en su misma calle. "Su novio debe estar muy orgulloso" ha declarado otro, "pero no quiero que me despierten a medianoche". Hay quienes comparan lo escuchado involuntariamente con la escena de la pizzería de la película "Cuando Harry encontró a Sally".
Tras muchas quejas, utilizando la legislación contra el comportamiento antisocial, un tribunal prohibió a Gemma gritar de esa forma a horas intempestivas, y hacer otros ruidos, como poner música fuerte, discutir, pelearse, insultarse en voz alta y dar portazos. Un repertorio habitual de la pareja.
La advertencia judicial no sirvió de mucho. Gemma de 23 años y madre de dos hijos, siguió disfrutando a todo volumen de sus orgasmos, salpicados con broncas e improperios. Los vecinos hartos de no pegar ojo volvieron a la carga.
En la nueva denuncia explicaban con detalle cómo el 29 de enero pasado, la acusada había estado lanzando profundos quejidos de aparente gozo, durante 10 minutos a las cinco de la mañana, mientras mantenía relaciones sexuales.
La juez Emma Kelly consideró que se trataba un caso de desacato y desobediencia a la primera advertencia de la reincidente, agravado por la falta de remordimiento. Dadas las circunstancias, la magistrada ha mandado a Kelly dos semanas a la cárcel.