"Otra vez", el fracaso como camino al éxito del actor
Jóvenes actores, algunos rostros de series de televisión, forman parte de 'Hijos de Shakespeare', una interesante propuesta teatral
Madrid
"Otra vez". Es lo más escuchado en las casi dos horas de representación teatral de 'Hijos de Shakespeare'. Es la voz del maestro pidiéndole a sus alumnos que repitan una frase, un momento, una escena. "Otra vez". Es el sino del actor que, desde la honestidad y la humiladad, entiende este oficio como una profesión que le vacía por dentro para conectarle con el público y a través un texto.
- 'hijos de shakespeare'
En las butacas, los espectadores no asisten a un común espectáculo teatral. Tiene su ración de espectáculo, de esfuerzo actoral, de éxtasis interpretativo y, por qué no decirlo, de palabrería y fingidos aspavientos. Poseyendo cuanto cabría esperar de cualquier montaje de la cartelera teatral, sería simplista denominarlo así. Lo que ocurre sobre el escenario de esta sala del Centro Cultural Conde Duque (Madrid) es una mirada para el público y un camino que recorrer para sus actores.
Para el espectador, es una manera diferente de acercarse a la forja de un actor a través del teatro. Es un reality del sufrimiento de quien ha elegido la profesión que siempre te expone, que te exige entregarte en un escenario ante una cambiante multitud de desconocidos. Los que después te encumbrarán o te avocarán a los abismos, ese bendito y despiadado público; tan justo en los éxitos, como injusto en los fracasos.
El actor tampoco se encuentra en una representación teatral ordinaria. Bucea en trágicas escenas de textos de Shakespeare como 'Romeo y Julieta', 'El Mercader de Venecia', 'El Rey Lear' y 'Hamlet' para dejarse poseer por el embrujo de arte y meterse en la piel de hijos y padres shakesperianos cuyo sufrimiento nace de la paradoja del amor que causa dolor.
Veintisiete jóvenes actores se duelen y experimentan en sus carnes lo que el dramaturgo inglés aguardó para sus personajes. Una incomprendida, rota y desvalida Julieta que lamenta el torpe anhelo de su corazón, o una memorable escena final en la que Hamlet desgarra su alma y maldice su destino y la moral del mundo en el que vive frente a su doliente y aturdida madre.
De fondo, la voz del maestro: "otra vez". Porque se puede hacer mejor, porque se debe hacer mejor. Porque ellos están para aprender y corregir sus errores. Ante cada desatino aparece la mano del maestro, Juan Carlos Corazza (veterano formador de interpretes), que los levanta y los reconduce. Como foco en la negrura de la noche.
El público, entre el que se puede reconocer a numerosos actores de todas edades, experimenta algo que Javier Bardem -también presente- supo definir muy certeramente en el coloquio posterior: "Experimentar una experiencia como esta y estar en un ensayo abierto viendo cómo actores tan jóvenes trabajan con temas tan complejos, tan alejados de su realidad personal y puedan manejarse con tanta soltura, verdad y falta de ambición, me parece sobresaliente.", dijo el oscarizado actor, formado en su día en el Estudio Corazza y muy ligado a él desde entonces.
"Es el gran ejercicio actoral que hacéis y eso no se ve en ningún teatro", le dice a los 27 alumnos de nivel avanzado que ha protagonizado 'Hijos de Shakespeare', " Lo que se ve en un teatro es gente que llega a dar el resultado, sea como sea, porque es lo que se les exige. Aquí no, aquí la exigencia es enorme. El ejercicio, como espectador y como actor, es ver cómo dejáis la exigencia porque confiáis en el maestro. Cuando el maestro llega, os toca y entendéis que nunca vais a llegar ahí, es cuando llegáis; es cuando sucede el milagro y la palabra toma ese vuelo, cuando ves la genialidad de Shakespeare y entiendes que incluso un chaval de 20 años entiende el amor de un padre y el dolor de un hijo", sentencia Bardem que ha tomado la palabra como también lo ha hecho una decena de espectadores más.
Cuando entendéis que nunca vais a llegar ahí es cuando llegáis. La humildad desnuda de reconocer tus carencias como actor, tu fracaso frente a un texto es el trampolín hacia el perfeccionamiento de tu interpretación.
Entre los veintisiete jóvenes actores de 'Hijos de Shakespeare' hay quienes ya han paladeado la engañosa sensación de triunfo y victoria que ofrece, por ejemplo, formar parte de una serie de televisión. Las loas, los elogios sin más justificación que la fingida adulación, la popularidad, la fama e incluso el dinero. El foco que distorsiona y quema una incipiente carrera de actor. El mundo en el que nadie dice aquello de "otra vez", o si se dice, un oído joven y colmado de elogios se niega a escuharlo. Un mundo en el que se celebra más que se aprende.
En ese escenario del Conde Duque, no. En ese escenario, los veintisiete jóvenes entienden que su camino como actores comienza y concluye en la casilla del fracaso porque esa es la vida del verdadero artista: la del fracaso continuo que le invita a reinventarse aún cuando ha alcanzado la gloria.
Sus pies descalzos caminan firmes por las tablas que enseñan toda la verdad de una profesión que, quizá, les ha ocultado una cámara de televisión. Los veintisiete actores de 'Hijos de Shakespeare' escuchan la voz del maestro, "otra vez". Otra vez. Ser actor es empezar de nuevo una y otra vez. Es enamorarse del fracaso, coquetear con él y entender que el verdadero éxito estriba únicamente en poder dedicar su vida a esa maravillosa profesión que les permite vivir viviendo la vida de otros.
- FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA