10 imprescindibles de Turquía
Encrucijada histórica de culturas y civilizaciones, en Turquía, Oriente y Occidente se dan la mano. La puerta de entrada a Asia es un mundo cercano a Europa, pero tan distinto... Con una épica y rica historia a sus espaldas, la vieja Anatolia es un territorio encantador para viajar: la gente es amable, el patrimonio inconmensurable, la comida excelente y los paisajes espectaculares. La nación que fundó Atatürk hace casi un siglo no deja indiferente a nadie, es generosa y proporciona infinitos lugares para visitar. De entre todos ellas nos hemos quedado con diez, nuestros 10 imprescindibles de Turquía.
Capital de tres imperios (Bizantino, Romano y Otomano), la ciudad más poblada de Turquía – con unos 15 millones de habitantes en toda su área metropolitana – es un universo en sí misma. Partida en dos mitades por el estrecho del Bósforo, la antigua Constantinopla puede presumir de ser de las pocas ciudades en el mundo que forma parte de dos continentes –Europa y Asia-. Hay quien dice que es demasiado occidental para ser asiática, y demasiado asiática como para ser europea. Sea como fuere, la ciudad turca tiene algo que la convierte en única.
En la región de Anatolia Central, en el interior de Turquía, abarcando gran parte de las provincias de Aksaray, Nevsehir, Nigde, Kayseri y Kirsehir se encuentra la Capadocia, un paisaje de apariencia lunar compuesto por caprichosas formas rocosas. Es tan vasto el territorio que ocupa y son tantos los lugares espectaculares para ver, que se pueden pasar meses en esta desértica planicie y no terminar de explorar todas sus maravillas. No obstante, existen algunos lugares de obligada visita como las iglesias de las cuevas de Goreme, las ciudades subterráneas de Derinkuyu y Kaymakli, el valle de Ilhara o las famosas chimeneas de las hadas (peribalacar), formaciones rocosas con una caprichosa forma fálica que se aprecian con gran claridad en Pasabag (valle de los Monjes) y en Devrent (valle de la Imaginación). Además, existe la alternativa de sobrevolar la zona en globo en un viaje inolvidable. Por todo esto y mucho más, no es de extrañar que la UNESCO incluyera a esta región en su lista de Patrimonio de la Humanidad en 1985.
En el valle del río Menderes, al suroeste Turquía, se localizan dos de las atracciones más visitadas del país: Hierápolis y Pamukkale. Las ruinas de Hierápolis pertenecen a una antigua ciudad helenística fundada por el rey de Pérgamo Eumenes II en el siglo II.a.c., quién la mando construir en lo alto de Pamukkale (castillo de algodón, en turco). Las ruinas de la ciudad están muy bien conservadas, hay varios templos, un teatro, calles pavimentadas, etc.; casi todas ellas reminiscencias reveladoras del pasado romano que gobernó la ciudad en sus últimos siglos de existencia. No obstante, lo más llamativo de este lugar, y lo que le convierte en único, son esas cascadas blancas compuestas de piedra caliza, travertino y cal que se forman en la ladera de la montaña, a los pies de Hierápolis, generando unas espectaculares piscinas de aguas termales. Un paraje de belleza sublime que no ha pasado desapercibido para la UNESCO, ya que en 1998 lo incluyó en su lista de Patrimonio de la Humanidad.
A los pies del Monte Coreso, en la localidad turca de Selçuk, se encuentra la joya de la corona de los yacimientos arqueológicos turcos: las ruinas de la antigua Éfeso. Fundada en el siglo XI a.c. por colonos atenienses, la ciudad llegó a ser uno de los puertos más prósperos del Egeo hacia finales del I a.c., con una población que superaba los 300.000 habitantes. No obstante, la mayor parte de su legado es de época romana, destacando: la fachada de la Biblioteca de Éfeso, el Templo de Adriano, el Templo de Celso y el teatro, con una capacidad para 24.000 espectadores. Asimismo, fue en esta ciudad donde se ubicaba el Templo de Artemisa, una de las siete Maravillas del Mundo Antiguo. Por todo esto, merece la pena dedicar un día completo a visitar estas ruinas, las más históricas de Turquía.
En la provincia de Agri, en el extremo oriental del país y muy cerca de la frontera con Irán, se encuentra está encantadora ciudad. Doğubayazıt se asienta sobre una infinita planicie llena de sembrados y salpicada de altos picos como el Ararat (5.137 m), el Pequeño Ararat (3.896 m), Tendürek Dağı (3.533 m), Kaletepe (3.196 m), Arıdağı (2.934 m) y Göllertepe (2.643 m). A parte de las inmejorables vistas que se pueden ver desde aquí de la montaña más alta de Turquía, su principal atractivo es Ishak Pasa, un raro ejemplo de palacio turco de época otomana del siglo XVII situado 6 kilómetros al sureste de la ciudad.
En las proximidades de la frontera turca con Armenia se localiza el Ararat, el pico más alto de Turquía con 5.165 metros. Este volcán inactivo, colmado de nieves perpetuas, es algo más que una mera montaña de atractivo perfil. El libro bíblico del Génesis dice que, tras el Diluvio Universal, Noé refugió su Arca en las faldas de este monte para proteger a su familia y a la pareja de animales de cada especie que portaba consigo. Leyendas aparte, el Ararat es un hito alpino anhelado por los amantes del montañismo, siendo muchos los que cada año se acercan hasta la cercana localidad de Doğubayazıt para acometer la ascensión hasta su cumbre. Sea como fuere, la belleza desde la lejanía de esta montaña justifica por sí sola un viaje hasta este lugar.
Mágico, misterioso, espectacular, fantástico, indescriptible…; no existen suficientes calificativos para describir al hechizante pico Nemrut (2.134 metros). Dominando la provincia de Adıyaman, al sureste del país y a unos 40 kilómetros de Kahta, esta montaña escondió un gran tesoro hasta su descubrimiento en 1881. Una joya escultórica del siglo I a.c. consistente en un gran túmulo funerario flanqueado por enormes cabezas, de hasta 9 metros de altura, del rey Antíoco I de Comagene y de diferentes dioses armenios, griegos y persas. Los amaneceres y atardeceres desde este lugar son de una belleza hipnótica, especialmente en los días despejados de primavera y verano, las estaciones más recomendables para visitar las ruinas. Para llegar hasta la cima del Nemrut, lo más recomendable es hacer un trekking de 12 kilómetros desde la localidad de Karadut, por un camino empinado y más o menos bien señalizado. No obstante, también se puede llegar en coche o autobús hasta casi la cumbre.
A escasos 9 kilómetros de la ciudad de Karabük, al norte de Ankara, se encuentra Safranbolu. La ciudad del azafrán presume de contar con la mejor colección de casas otomanas de todo el país. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1994, la ciudad fue un importante punto de paso en las rutas comerciales de Oriente desde el siglo XIII hasta la llegada del ferrocarril y actualmente se ha convertido en uno de los destinos predilectos del turismo turco. No obstante, sigue siendo bastante desconocida para el viajero extranjero. Entre sus esmeradas y bien conservadas casas, destacan dos grandes mansiones que representan a la perfección los tiempos gloriosos de la ciudad, son: Havuzlu Asmazlar Konağı y Havuzlu Köşk Et Lokantası. Asimismo, el patrimonio de Safranbolu cuenta con numerosas mezquitas, un imponente caravasar de 1645 (Cinci Hanı) y unos baños turcos de la misma época (Cinci Hamam)
Otra de las ciudades más agraciadas de la mitad norte de Turquía es Amasya. Situada a escasos 125 kilómetros de Samsun, está pintoresca e histórica villa que fuera capital del Reino del Ponto, se asienta a orillas del río Yeşilırmak, a medio camino entre el mar Negro y la región de Anatolia interior. Se trata de una ciudad para pasear, relajarse y disfrutar de todos los atractivos que tiene para ofrecer, como las numerosas casas otomanas que jalonan la orilla norte del río, y sobre todo sus 18 tumbas pónticas. Esculpidas en lo alto de un collado rocoso que protege la ciudad, datan del siglo IV a.c. y fueron utilizadas para venerar a los reyes pónticos. A pesar de encontrarse relativamente cerca del Mar Negro, Amasya se encuentra a una altitud considerable, por lo que clima es de interior, favoreciendo la producción de manzanas, el auténtico símbolo de la ciudad.
En el extremo oriental de Turquía se localiza el lago Van, el más grande del país. De las cuatro islas que salpican sus 3.755 km² de extensión, Akdamar es la que más belleza desprende. A pesar de contar con una ínfima superficie de 0,7 km², la isla se encuentra en un idílico paisaje montañoso rodeada por las saladas aguas del lago. Ésta localización, sumada a que cuenta con una de las iglesias de confesión armenia más sublimes de Turquía, la Catedral de la Santa Cruz (915-921), convierten a Akdamar en una de las postales más evocadoras y desconocidas de Turquía.
Infravalorada en muchas ocasiones en favor de la todopoderosa Estambul, la capital de Turquía tiene demasiado que ofrecer como para sentirse acomplejada. La segunda ciudad más poblada del país –más de cuatro millones de habitantes- se yergue orgullosa sobre una colina escarpada en el margen izquierdo del Ankara Çayı, un afluente del río Sakarya. Sede del parlamento turco, de los ministerios y de la mayor parte de las instituciones gubernamentales, se convirtió en capital del país en 1923 de la mano de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador y primer presidente de Turquía. Precisamente, el impresionante Mausoleo en el que descansan los restos de Atatürk es una de las visitas obligadas de la ciudad, junto al Museo de las Civilizaciones de Anatolia y la Ciudadela.