“Espero que nos ayuden porque ahora estoy solo”
Lo habitual para llegar a las islas griegas es hacerlo en uno de los ferris que a diario las unen con Atenas. La tarifa más barata, sin derecho a cama, ronda los 40 euros para un viaje que dura unas 10 horas

Un grupo de refugiados paquistaníes llega a la isla de Kos desde Turquía. / RAFA PANADERO
Grecia
En el mismo puerto donde por la mañana llega el ferry, por la noche la Guardia Costera remolca a una barca con unos 45 posibles refugiados. Algunos han pagado más de 1.000 euros, desde Turquía, aunque el viaje en la mayoría de los casos empieza en Siria.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
'Espero que nos ayuden porque ahora estoy solo'
“Estaba muy asustado”, nos cuenta Idlib, que ha hecho el viaje con su mujer y sus dos niños, de 4 meses, y año y medio. “Los llevaba agarrados de los brazos, pero no me podía quitar de la cabeza la idea de que se me iban a escapar, que los iba a perder… Hasta que llegó la policía griega y nos sacó”.

La familia de Osama, de Idlib (Siria), posa a la espera de comenzar la tramitación de sus papeles de refugiados / R.P.

La familia de Osama, de Idlib (Siria), posa a la espera de comenzar la tramitación de sus papeles de refugiados / R.P.
Tras un primer momento en que los agentes les gritan para que no traten de bajar todos de golpe, ahora los refugiados esperan ordenados el momento de que les lleven a comisaría para empezar a tramitar sus papeles. Forman parte de ese grupo de 48.000 refugiados que llegaron este año a Grecia, seis veces más que en el mismo periodo del año anterior, y algo más que en todo 2014.
El Consejo Europeo debate hoy en Bruselas sobre el sistema de cuotas propuestos por la Comisión para aliviar la situación que se vive en Grecia, y también en Italia. La asociación avaaz.org ha recogido más de 425.000 firmas para pedirles que la UE adopte un sistema justo que asista y reciba a todas las personas que buscan refugio en Europa.

La guarda costera de Grecia hace desembarcar en el puerto de Kos a un grupo de refigiados, la mayoría provenientes de SIria. / RAFA PANADERO
A poco más de un kilómetro del puerto, en la playa de Lambi, rodeada de hoteles de lujo, poco antes de las seis de la mañana comprobamos que una barca hinchable se acerca a la orilla. Los que no pueden pagar a los traficantes, compran una de estas barcas, por unos 200 euros. Se distingue a siete jóvenes que avanzan entra las olas con dos remos, y un montón de brazos. Por fin llegan a la playa. Algunos no saben ni dónde están. No saben qué hacer. Casi no pueden hablar.
"Soy de Pakistán. Allí suníes y chiíes se están matando. Tuve que salir para salvar mi vida. Espero que nos ayuden porque ahora estoy solo", nos cuenta el que parece más entero. Es estudiante en su país. Le gustaría seguir su formación cuando llegue a Europa, al país que sea, porque reconoce que no sabe mucho ni del viejo continente, ni de ese sistema de cuotas para admitir refugiados que se discute en Bruselas: “Espero que la gente sea amable aquí. Hay mucha gente muriendo en el mar, cientos y cientos".

Tras abandonar en la playa los chalecos, un grupo de recién llegados se dirigen a la comisaría. / RAFA PANADERO
Algunos no han parado aún de tiritar pero llega el momento de seguir. Primer destino: la comisaría, donde poder tramitar los permisos de refugiados que les permitan seguir viaje. Dejan los chalecos en la arena, y empiezan a caminar por la carretera. Empapados. Sin rumbo. Pero por fin lejos de la guerra. En Europa.

Rafa Panadero
Ha desarrollado casi toda su carrera profesional en la Cadena SER, a la que se incorporó en 2002 tras...




