Ocio y cultura

Tesalónica: pese a todo, la vida sigue en Grecia

Tesalónica tiene algo que te atrapa al mismo tiempo que te hace querer escapar. Acabamos de estar en la segunda ciudad más importante de Grecia -y la que más universidades tiene- para conocer cómo viven las nuevas generaciones esta crisis sin precedentes. Y lo que hemos constatado es que pese a todo, la creatividad no ha disminuido y los jóvenes griegos apuestan por un futuro mejor.

En Tesalónica los contrastes se amontonan en las aceras. En la misma calle, incluso en la misma manzana, puedes encontrar un viejo edificio medio derruido y una moderna boutique de marca. Un paseo por Tesalónica es un continuo sobresalto.

El mejor ejemplo de estas dos realidades lo encontramos en el mercado Modiano, la gran plaza de abastos del centro. El edificio, inaugurado en 1925, fue durante décadas el punto neurálgico de las compras. Hoy su portada es el mejor reflejo de un país que se mantiene en pie a pesar de estar al borde de la bancarrota. En su interior, cientos de puestos de pescado, verduras, carnes y especies configuran un laberíntico zoco donde es posible sentir parte de esas pequeñas comunidades que forman la sociedad civil griega. Un paseo por su interior nos descubrirá la cara más amable de pequeños comerciantes que regatean con la crisis y charlan animados al tiempo que dejan probar a los turistas algunas de las ofertas del día.

Tesalónica cuenta con cinco universidades y varias escuelas superiores, lo que la convierte en la ciudad griega con mayor concentración de estudiantes. Del millón de habitantes censados más de 100.000 tienen menos de veinticinco años. Ese espíritu juvenil ha favorecido la creación de nuevas redes de artistas y emprendedores que tratan de potenciar las cualidades de una generación sobradamente preparada que se ve forzada a abandonar el país en busca de trabajo. Hace unos años comenzó un ambicioso proyecto en el corazón de la ciudad que pretendía aunar colectivos y dar recursos a los más jóvenes. Existen decenas de talleres y espacios creativos que han ocupado viejos edificios en los barrios del centro, convirtiéndolos en nuevos espacios de acción cultural.

Un tour recorre varios de estos talleres y permite charlar y conocer de primera mano a sus protagonistas. Estudios de marquetería y diseño con madera, galerías de fotografía independientes, salas de sonido donde se sonorizan a los grupos emergentes de la música griega y hasta tiendas que aúnan la venta tradicional de aceite de oliva ecológico y el diseño de joyas inspirado en estos aceites. Una rebelión pacífica que apuesta por el talento ante a una clase política ineficaz que ha dejado una pátina de desafección que durará generaciones.

Los viernes por la noche, la ciudad se convierte en una macro-discoteca gigante y lo difícil es poder encontrar un hueco donde tomar algo. Nadie diría que éste es un país en crisis. En el centro se amontonan cientos y cientos de bares y cafeterías donde se agrupan jóvenes y no tan jóvenes en torno a la cerveza y la conversación. Aquí la vida tiene lugar de puertas para fuera. En los restaurantes, cuando la noche ya está avanzada, sacan los equipos de música y pinchan canciones tradicionales que consiguen levantar a la gente y hacer que comience a bailar olvidándose del postre. Es un verdadero espectáculo visual que deja patente la unión de un pueblo que se hace fuerte a través de la solidaridad de sus ciudadanos.

La ciudad se visita tranquilamente en un par de días. Sus elementos más icónicos son la torre Blanca, el castillo y la zona del puerto, antigua zona industrial reconvertida que alberga ahora varios museos y es el lugar de moda para los universitarios.

Tesalónica es una ciudad vibrante que no deja indiferente. Una ciudad que tiene espíritu juvenil y que te va enamorando poco a poco, aunque no te des cuenta.

 

TEXTO Y FOTOS: Javi Meseguer

 

 
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