Tony Martin abandona el Tour con la clavícula rota
El maillot amarillo sufrió una caída y se vio forzado a retirarse de la ronda gala
El alemán Tony Martin abandonó el Tour de Francia con el maillot amarillo en sus espaldas, una prenda que se enfundó después de tres etapas en las que se le había escapado por los pelos.
Una desafortunada caída a falta de 600 metros para la meta de Le Havre acabó con el sueño del ciclista alemán de 30 años, especialista en la lucha contra el crono, pero que en el Tour ha demostrado una increíble capacidad de adaptación.
Martin ha pasado del llanto a la alegría, para caer en la desgracia definitiva en seis jornadas. Su entrada en la meta impulsado por sus compañeros, su brazo inerte en el podium donde recibió, por última vez, su maillot de líder, mostraban el drama del corredor del Etixx.
El de Cotbuss era el máximo favorito para ganar la primera etapa de esta edición de la ronda gala, la única crono individual del recorrido, 13,8 kilómetros totalmente planos por las calles de Utrecht que parecían prometidos al campeón del mundo de la disciplina.
Pero un cambio en las condiciones climáticas le dejaron a 5 segundos del joven australiano Rohan Dennis, que se enfundó el primer amarillo.
Al día siguiente, en una etapa marcada por los abanicos y la lluvia, consiguió meterse en el pelotón de adelante, donde no estaba el maillot amarillo. Pero vio como el efecto de las bonificaciones se lo quitaba de nuevo de las fauces en beneficio del suizo Fabian Cancellara, tercero en la meta de Zelanda.
Cancellara se vio disminuido por una caída en la tercera jornada, por lo que el maillot amarillo volvía a ponerse a tiro de Martin. Pero de nuevo el alemán lo vio pasar ante sus narices, en esta ocasión por apenas 6 décimas de segundo frente al británico Chris Froome, segundo en el Muro de Huy.
Martin cruzó la meta ese día casi con lágrimas en los ojos, porque veía que el liderato con el que tanto había soñado le era esquivo. Pero no se desesperó y, al día siguiente, sorprendió al grupo de los favoritos con un ataque lejano, a 4 kilómetros para la meta de Cambrai, una gesta a la altura de muy pocos, de talentos hechos para sostener el esfuerzo, de ciclistas forjados en la lucha contra el crono.
Conservó 3 segundos de renta sobre sus perseguidores, suficientes, con la bonificación, para, al final vestirse de amarillo. Su objetivo confesado era mantenerlo hasta que el próximo lunes la caravana del Tour se parara a reposar en las faldas de los Pirineos, un macizo donde sus características de rodador hacían ya imposible proseguir su sueño.
Martin se veía feliz con su liderato. Incluso se permitía trabajar para sus compañeros en otros finales, preparó el "sprint" del británico Mark Cavendish en dos etapas.
En la segunda se vio a tierra con consecuencias dramáticas. Las mismas que en 1980 obligaron al francés Bernard Hinault a dejar la carrera tras atravesar la meta vestido de amarillo pero con una rodilla destrozada.
"He tenido mala suerte, no sé muy bien cómo ha pasado, creo que he tocado al ciclista que estaba por delante. Esto es el Tour. Es mala suerte", comentó el ciclista poco antes de que se confirmara que no podrá seguir en carrera.
El alemán rozó con su rueda al ciclista que iba por delante. Su cuerpo basculó hacia la derecha y colisionó con el de Vincenzo Nibali, ganador de la pasada edición, quien ha su vez arrastró en la caída al colombiano Nairo Quintana, segundo de 2013.
Del amasijo de bicis, sin consecuencias para la general, Martin parecía el peor parado. Sentado en el asfalto, su brazo derecho mantenía al izquierdo. El amarillo desgarrado como si ya se anunciara el naufragio del líder.