Encierro raro y duro

Pamplona

Un hecho insólito, o al menos del que no hay recuerdo en Pamplona, marcó el quinto encierro de los sanfermines: un toro que tras recorrer un centenar de metros decidió regresar a los corrales de Santo Domingo. El episodio provocó confusión entre muchos corredores y espectadores a lo largo del recorrido que contaban cinco morlacos y no los seis toros que completan la manada.

Los bureles de la ganadería abulense de José Escolar que sí cubrieron todo el recorrido dejaron un reguero de cornadas en un encierro peligroso, bronco y rápido en algunos tramos, hasta que uno de los morlacos se detuvo en el tramo de Telefónica, antes de entrar en la plaza, y atravesó con el pitón la pierna de un corredor que se defendía sobre el vallado.

Los servicios hospitalarios recibieron cuatro heridos por asta pero solo uno de ellos presentaba heridas de gravedad, en un primer parte de urgencia. En el tramo de Telefónica se registraron dos cornadas: J.R.G, vecino de Tortosa (Tarragona), de 47 años, la recibió en una pierna, lo mismo que J.M.C., valenciano de 35 años.

En la plaza del Ayuntamiento fue atendido el navarro J.N.O., de 34 años, también corneado en una pierna y antes, en el primer tramo de Santo Domingo, fue empitonado en el glúteo el estadounidense A.G.O., de 20 años. Otros cinco traslados se produjeron por diversos traumatismos y luxaciones.

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Fue un encierro multitudinario, como corresponde a las carreras de fin de semana, cuando se hincha el número de corredores, reales y presuntos, porque muchos se limitan a entrar en el itinerario e incluso se quedan apostados junto a portales o pequeños resquicios, con la esperanza de que la manada va a pasar de largo, lo que no siempre sucede y representa un evidente peligro.

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Pero el gran protagonista de la quinta carrera fue Curioso, un morlaco cárdeno de 535 kilos de peso. No hizo honor a su nombre: cuando llevaba recorridos cien metros se dio media vuelta y regreso cuesta abajo hasta los corrales donde había pasado la noche.

El ganadero atribuyó el suceso a que “es una ganadería que está muy encastada y en cualquier momento en que no se hacen las cosas perfectas hay problemas. Le han apretado los pastores, el toro se ha vuelto a ellos y se ha vuelto para atrás”. Escolar reconoce que el encierro de Pamplona le parece “un poco problemático”. Uno de los pastores, Miguel Aráiz, “Rastrojo”, discrepó del ganadero y afirmó que si no hubieran azuzado a los toros se habrían vuelto antes dos morlacos.“Había que haberles azuzado más”, decía el veterano pastor, que sospechaba desde hace algunos años que algo así podía suceder algún día en Pamplona.

Aseguró que se tomó la decisión correcta al suspender la carrera de este último toro que fue devuelto a los corrales del barrio de la Rochapea en un inédito encierrillo, ya sin corredores, con pastores y cabestros, hasta ser embarcado en un camión con destino al coso para ser lidiado por la tarde.