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Noruega abre una polémica exposición sobre ataque de 2011

Supervivientes y familiares de víctimas critican que se expongan los restos del coche bomba y algunas pertenencias que el atacante usó para perpetrar los actos de terrorismo

Vista de los restos del coche bomba que Anders Behring Breivik usó para la matanza y que hoy está en la exposición del "Centro del 22 de julio" en Oslo, Noruega. / FREDRIL VARFJELL (EFE)

Madrid

Con una fuerte polémica, en medio de la conmemoración del cuarto aniversario de los atentados terroristas que quitaron la vida a 77 personas, Noruega habilita desde hoy una exposición que muestra restos de esa masacre así como algunas posesiones del atacante Anders Behring Breivik.

La noticia no ha caído en gracia a familiares de las víctimas y sobrevivientes. Consideran este acto como una apología de ese fatídico hecho y un recordatorio constante de un suceso que ya quieren dejar atrás.

La exposición denominada "Centro del 22 de julio", se exhibe en el edificio gubernamental en el centro de Oslo, donde Breivik mató a sus primeras ocho víctimas el 22 de julio de 2011. Esta contiene los restos carbonizados de la furgoneta que estalló justo en ese lugar, causando la muerte de las primeras ocho víctimas, así como el falso carné de policía que llevaba Breivik y la caja en la que transportó la munición hasta la isla de Utøya, donde mató a las restantes 69 personas, que se encontraban en el campamento juvenil socialdemócrata dirigido por el partido Laborista.

Vista de las pertenencias de Anders Behring Breivik expuestas en el Centro 22 de Julio en el distrito gubernamental de Oslo (Noruega).

Vista de las pertenencias de Anders Behring Breivik expuestas en el Centro 22 de Julio en el distrito gubernamental de Oslo (Noruega). / FREDRIL VARFJELL

"Es un lugar que podemos elegir visitar, o no visitar, pero que estará ahí para todos nosotros a partir del 22 de julio y durante los próximos cinco años", ha explicado el comisario de la exposición, Tor Einar Fagerland, reconociendo que las heridas siguen abiertas en muchas de las víctimas y que muchas decidirán no acercarse a la exposición.

No obstante, a su juicio, en una sociedad democrática que está comprometida con la protección de sus valores "nunca puede ser demasiado pronto para enfrentarse con el extremismo político y el racismo".

Fagerland, director del Departamento de estudios históricos de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, defendió con estas palabras en una carta abierta la semana pasada una muestra que ha desatado controversia por su dureza.

Junto a varios de los instrumentos que utilizó Breivik para su matanza, se muestran también, por ejemplo, cámaras o teléfonos móviles de los jóvenes que se encontraban en Utøya y que durante minutos eternos llamaron a la Policía o a sus familiares para narrar el horror que se estaba viviendo en la isla.

Vista de las cámaras y otras pertenencias de las víctimas en la exposición del "Centro del 22 de julio".

Vista de las cámaras y otras pertenencias de las víctimas en la exposición del "Centro del 22 de julio". / FREDRIL VARFJELL

La exposición se abrió en la primera planta del mismo edificio bajo el que Breivik hizo estallar primero una furgoneta bomba.

El objetivo es convertir esta muestra temporal en un centro de reflexión y también de formación, abierto al público en general, y organizar visitas de grupos escolares al mismo.

"El Centro 22 de julio nos cuenta qué pasó", dijo Fagerland, convencido de que los objetos, fotografías, vídeos y textos que se presenta ayudan a recordar que ese día "realmente ocurrió, en un sitio real, y afectó a personas reales".

A su juicio, el objeto "más potente" de la exposición es el texto de la sentencia en la que se narra en detalle lo ocurrido y con el que se condenó a Breivik a 21 años de prisión prorrogables de forma indefinida.

Sin embargo, supervivientes critican esta exposición, debido a lo que significará si alguno de ellos trabaja en el futuro en ese edificio donde le estarían recordando al terrorista y a esos momentos de aflicción al que lograron sobrevivir.

Ceremonia celebrada delante de la sede del Gobierno, escenario de uno de los ataques cometidos por el ultraderechista Anders Behring Breivik.

Ceremonia celebrada delante de la sede del Gobierno, escenario de uno de los ataques cometidos por el ultraderechista Anders Behring Breivik. / AUDUN BRAASTAD

Breivik, un radical antimusulmán ultraderechista que acusó al Partido Laborista de permitir a demasiados inmigrantes, fue condenado a 21 años en prisión, la máxima sentencia penal de Noruega. Sin embargo, esta puede extender si es declarado una amenaza.

Tras detonar la bomba en el Centro gubernamental de Oslo, Breivik viajó a una isla a las afueras de Oslo y disparó a 69 personas, muchas de las cuales eran jóvenes que participaban en un campamento de verano dirigido por el entonces gobernante Partido Laborista.

 
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