Sociedad

Se vende aldea, una oportunidad para una nueva vida

Es posible comprar una aldea desde 72.000 euros, en zonas despobladas de Galicia, hasta 600.000 euros o un millón en otros territorios de Burgos, Cuenca o Andalucía

Palas de Rei (Lugo).

Madrid

Se vende aldea, con tres o cuatro casas, y a precio económico. El anuncio es una puerta para una nueva vida, o así concibió el proyecto de 'Aldeas abandonadas' Elvira Fafián, movida por el deseo de devolver algo de vida a la España rural despoblada.

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Hoy, aquella idea ha crecido y ofrece castillos, palacios y pazos por todo el país.

Aldeas Abandonadas es una inmobiliaria, "no un portal de anuncios", que nació, explica Elvira, como un proyecto personal con el que quería "ayudar a la gente de los pueblos en los que no vivía casi nadie".

Todo comenzó en Galicia y Asturias, aunque la empresa tiene la sede en Cataluña, recorriendo calles por las que pasaba poca gente desde hacía años: "Preguntando a la gente que quedaba, gente que quería vivir allí y pensando que había otros esperando a cambiar de vida".

Fafián cree que su labor puede resultar muy útil para lugares como Teruel, "una zona muy bonita que atrae a muchos clientes y que es muy demandada".

En esta provincia se vende una aldea, "con torre defensiva, agua y luz", explica la oferta en la web, por unos 300.000 euros después de haberse "rebajado" el precio. La página no ofrece información más detallada del pueblo, como en la mayor parte de los casos, para asegurar cierta confidencialidad para los vendedores.

Fafián anima a los alcaldes de esos pequeños municipios a que hagan ese último esfuerzo por salvar su pueblo. "Me encantaría que nos llamaran de esas zonas olvidadas para echarles una mano", asegura.

Los precios de las aldeas son variables según el estado en el que se encuentran y la zona. Actualmente es posible comprar una aldea desde 72.000 euros -con 4 o 5 casas la más barata, en zonas despobladas de Galicia- hasta 600.000 euros o un millón en otros territorios de Burgos, Cuenca o Andalucía.

Convertirse en propietario de una aldea no tiene muchas más exigencias que disponer del dinero para su compra.

"El Ayuntamiento solo pide que los propietarios se empadronen y que mantengan la historia del pueblo", apostilla. En algunos casos, añade, los responsables municipales también se interesan por la actividad o negocio que se quiere poner en marcha o si son familias con niños.

Entre los compradores, explica Fafián, hay mucha gente que decide dar un cambio a su vida volviendo al mundo rural o jóvenes emprendedores que acaban sus estudios y creen que este medio tiene más posibilidades de futuro.

"La gente se sorprende mucho cuando comprueba que a veces con las casas se venden montañas enteras o grandes zonas arboladas", relata la responsable del proyecto.

También hay compradores que se constituyen como cooperativas para dedicar parte de las casas a vivienda y otras a alquiler, en "proyectos muy bonitos" como uno puesto en marcha recientemente en Cataluña.

"Tardamos mucho tiempo en ejecutar una venta", reconoce la responsable, pero "el que viene a comprar lo agradece y el vendedor lo apoya".

Empezaron el proyecto con la crisis pero se han adaptado a las circunstancias, explica, y también lo han hecho los clientes: "A veces el propietario recibe una cantidad inicial y el resto el comprador lo va pagando durante tres o cuatro años", aunque estos casos son una minoría.

"Empezamos vendiendo casitas de aldea, por 20.000 y 40.000 euros, y ahora estamos vendiendo fincas entre un millón y cuatro millones" explica, aunque insiste en que el proyecto de este portal inmobiliario sigue atendiendo a esas zonas despobladas.

Al principio, recuerda Fafián, los compradores de aldeas eran sobre todo extranjeros; suizos, belgas, franceses y alemanes, pero ahora son más los españoles.

"Son los propietarios los que se ponen muchas veces en contacto con nosotros", en los últimos tiempos para ofrecer esas grandes propiedades como castillos o fincas, empresarios y aristócratas que confían en la discreción de las ventas.

"Los castillos suelen ser herencias que luego los propietarios no quieren mantener" o, incluso, proyectos de turismo rural fallidos, y tienen, reconoce la gerente, mala salida en el mercado.

Estas propiedades, con precios mucho más altos, tienen otro tipo de compradores, con mayor poder adquisitivo y que buscan discreción a la hora de realizar las operaciones.

 
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