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Tradiciones que perduran: matrimonios colectivos en el Alto Atlas

El festival de Imilchil o de los novios en el Alto Atlas celebra un matrimonio colectivo entre parejas de diferentes tribus beréberes antes de la llegada del invierno

Festival de matrimonios bereberes en el Alto Atlas. / SONIA MORENO

Marruecos

Hubo una vez en que dos jóvenes se enamoraron en las montañas de Marruecos. Desgraciadamente, las familias no les dejaron casarse porque eran de tribus enemigas. Desesperados y tristes lloraron cada uno por su lado. Las lágrimas continuaron día y noche hasta que crearon dos lagos de lágrimas, Isli, que en tamazight, la lengua de ese área, significa novio, y Tislit, novia.

Una versión bereber de Romeo y Julieta que ya es leyenda porque actualmente las tribus conviven en paz y celebran una vez al año el festival de los novios para celebrar los matrimonios entre enamorados de las diferentes aldeas de la región. Hasta cincuenta parejas firman el acta de matrimonio delante de un juez el mismo día y así se ahorran tener que recorrer 100 kilómetros por carreteras apenas asfaltadas y llenas de curvas.

Terminan de recoger la cosecha y antes de que llegue el invierno con el frío y la nieve celebran un mercado donde se proveen de lo necesario para volver a sus aldeas. Allí quedarán incomunicados unos meses a 2.200 metros de altitud en el Alto Atlas. Alrededor de 30.000 personas de las montanas montan sus tiendas durante tres días, con sus respectivas familias, caballos y camellos para hacer las últimas compras.

Las miradas encontradas, los roces de las manos, las sonrisas dibujadas en los rostros se suceden hasta que dos jóvenes se acercan y comienzan a hablar. Si se gustan hablarán con sus respectivas familias que tendrán que dar el visto bueno y en la siguiente ocasión contraerán matrimonio.

Festival de matrimonios bereberes en el Alto Atlas

Festival de matrimonios bereberes en el Alto Atlas / SONIA MORENO

Rabha Boubker, una chica soltera, explica en el festival que "participan mujeres de todas las edades, incluso menores. La ley es un poco laxa con este tema. También llegan divorciadas que puede volver a casarse". Sobre el matrimonio de menores, Haddou Maadid, presidente de la asociación El-Kheir para el desarrollo rural y protección del medioambiente y el cordero, asegura que "no hay menores de 15, pero las chicas de 16 y 17 sí se pueden casar, aunque necesitan el consentimiento de los dos padres".

Para la ceremonia las mujeres lucen la ropa tradicional llena de colorido, acicalan el rostro y se cubren con un tradicional mantón de lana a rayas muy finas de colores, llamado "ahendir", que permite diferenciar las tribus. Las mujeres casadas, viudas y divorciadas lucen un tocado terminado en forma cónica, mientras que las chicas vírgenes lo llevan plano. Los aspirantes a novios visten trajes blancos o de colores claros y se cubren la cabeza con un turbante del mismo color.

El festival se celebra a las puertas del morabito sufí Sidi Ahmed Oulmghenni, un lugar de peregrinación para los musulmanes en el valle del Assif Melloul, a 20 kilómetros de la población de Imilchil. Con los años, en el lugar se comenzó a celebrar un mercado, el único al que podían acudir las mujeres una vez al año. De ese modo es cuando los jóvenes casaderos se encontraban y nacían los romances entre parejas de diferentes aldeas. Y en esa evolución de la tradición, en 1996 llega a la región la electricidad y con ella la televisión. Los jóvenes ven otros patrones de belleza y otras formas de vida y la tasa de matrimonios baja. "Las mujeres ven la televisión y el cine y no quieren casarse con los hombres de aquí porque ellas trabajan mucho en la montaña. La mayoría de los jóvenes ahora tienen un problema para casarse y ha bajado la tasa de enlaces", se queja Haddou Maadid.

Festival de matrimonios bereberes en el Alto Atlas

Festival de matrimonios bereberes en el Alto Atlas / SONIA MORENO

Por ello las autoridades fomentan esta fiesta que permite que matrimonios ya consumados desde hace algunos meses bajen de las montañas al final del verano y firmen un acto legal de matrimonio.

Y como en toda celebración marroquí el broche de oro lo pone la música tradicional. Así en este festival la música también es imprescindible con la participación de grupos folclóricos bereberes de las regiones circundantes, como Khénifra, Midelt o Errachidia.

 
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