Un viaje para la reflexión
El Atlético no pudo superar el ímpetu del Astana en un trayecto lleno de curiosidades que complican a los rojiblancos la primera plaza de su grupo en Champions
Madrid
No es fácil. No tiene mucho sentido tener que viajar casi 7.000 kilómetros para jugar la Champions por obra y gracia de la UEFA que incluyó Kazakstán como país con derecho a jugar las competiciones europeas. Hay que adaptarse a muchos factores: a los conocidos a priori y a los desconocidos.
Entre los conocidos a priori está el tema del largo viaje, de casi ocho horas, al que el jugador se acostumbra en un avión más grande y cómodo de lo habitual y tirando de ordenador para engullir películas, series o videojuegos que te hagan olvidar el largo trayecto. También está el tema del frío… al menos en la llegada al aeropuerto ya que el Estadio de Astana era cerrado y la temperatura fue agradable durante el partido, además de que los jugadores apenas abandonaron el hotel en el tiempo en el que estuvieron en la ciudad. Y luego está el tema del césped artificial, algo que si condiciona ya que es una superficie “extraña” en la élite (que no en el fútbol base) y a la que los jugadores deben adaptarse. El bote del balón es distinto, el desplazamiento de la pelota es distinta, los tacos de las botas son distintos, etc…
Y también los hubo desconocidos: llegar a una ciudad nevada, con diferencia de hasta 30 grados menos respecto a Madrid… una ciudad artificial construida en poco tiempo entre grandes rascacielos que se ubican en el centro y extravagantes centros comerciales para que los kazajos realicen su vida ya que hay mucha dificultad para caminar por las calles debido al agresivo clima…
Y luego está el estadio, un pequeño Allianz Arena por fuera y un Barclaycard Center (el Palacio de los Deportes de Madrid de toda la vida) en toda regla por dentro… un pabellón cubierto de gran magnitud con un césped artificial que tenía muy poquito caucho (Para los habituales en ligas municipales, esas bolitas negras que se meten en todas partes y por la que tu mujer te acaba echando la bronca por ensuciar todo el suelo) circunstancia que hacía especialmente raro el bote del balón y especialmente rápida la salida del balón cada vez que tocaba el sintético. Si a todo esto le sumas el ambiente del estadio más propio de un concierto de Muse o de Bruce Springsteen con gente realizando la ola cada 5 minutos ajena a lo que pasaba en el campo, momentos en los que se encendían los móviles en la grada para iluminar las jugadas, o la ausencia de camisetas, banderas y bufandas del equipo local (por que no las hay) convengamos en el que el viaje y el partido fue, cuando menos raro.
Y dicho todo esto, y leído todo lo anterior, que no sirva de excusa para el Atlético de Madrid que por prestigio, coeficiente y ambición debió ganar el partido. Tras el partido concretó Simeone que la actitud había sido buena y que su equipo había generado ocasiones, faltando puntería sin recibir apenas ningún peligro en contra. Si nos ceñimos a esto, no le falta razón aunque hay que ampliar las miras.
El Atlético es un equipo ambicioso y que siempre debe querer más. En muchas ocasiones hemos escuchado al técnico decir que su equipo con una actitud equivocada se hace “mortal” y que cualquier equipo le puede hincar el diente. Ayer sucedió algo de eso. Aunque no sufrió el cuadro colchonero estuvo lejos del que vimos ante el Valencia en el Calderón e incluso al que vimos en la primera parte de Coruña donde un accidente le privó de llevarse tres puntos en la segunda parte.
Los problemas del Atlético se vienen sobre todo en la parte ofensiva donde los “9” no están logrando hacer los registros de otros años. Ni Torres ni Jackson, ni Jackson ni Torres… ninguno está haciéndose acreedor de ser el referente del cuadro del Manzanares. Además ayer fue uno de esos días en los que se demuestra que Gabi y Tiago no pueden jugar al mismo nivel todos los partidos por un tema físico y es que es imposible con esa edad mantener la misma intensidad durante tanto tiempo.
Además ayer el equipo echó en falta la verticalidad de Carrasco que en 20 minutos que jugó en la segunda parte creo mucho peligro (como ya lo había hecho en al partido de ida en el Calderón) e incluso, ante un equipo tan bien colocado defensivamente como el Astana, ayer Oliver Torres se hizo acreedor de haber jugado más minutos para intentar filtrar un pase en busca de la referencia.
El Atlético va creciendo, va ensamblado sus nuevas piezas… sigue mostrando su solidez defensiva que incluso va a más ya que apenas le crean peligro, pero tiene una alarmante falta de gol, y en el fútbol el gol marca la diferencia. El viaje de Astana fue un paso atrás tras los brotes verdes de las últimas semanas… Simeone sigue trabajando, no sabe hacer otra cosa. Y sabe que los rojiblancos vuelven a ser grandes… les van a exigir, les deben exigir… la gente no espera otra cosa y el Atlético siempre acaba estando a la altura. El equipo colchonero no encontró los tres puntos en Astana, pero quizá si encontró una forma de seguir creciendo de cara la futuro…