Los niños no quieren ser porteros
La portería del Atlético de Madrid está algo más que segura. Tras la salida de Courtois la sombra de Oblak es tan grande o más que la de antecesor
Madrid
No nos engañemos, el portero no suele tener buena prensa. Empieza por la infancia. Todos los niños queremos jugar, meter goles, ser el héroe del partido, el que logre el gol de la victoria… y en la portería… bueno, suele acabar el menos ‘hábil’ con la pelota, el más endeble físicamente o, por el contrario, el más voluminoso (por no decir, el gordito que tapa portería).
En algunos momentos han emergido figuras que hacían que nos fijáramos en ellos y que declináramos el ansia de protagonismo. Los lectores más veteranos se acordarán de Iribar por el que muchos ‘abuelos’ decidieron jugar bajo palos. Los ‘padres’ que decidieron probar los guantes se fijaban en un tal Arconada que marcó una época en el fútbol español y los más jóvenes lectores que aspiran a la portería mucho tendrá que ver con la figura de Iker Casillas.
No, los niños normalmente no les gusta ser portero. En el Atlético de Madrid hubo grandísimos guardametas a lo largo de su historia: Medinabeytia, Marcel Domingo, “Pechuga” San Román (descanse en paz), Pepe Reina, Abel Resino, Molina y un largo etcétera de dignos números 1 de la meta rojiblanca… pero los niños querían ser Luis Aragonés, Peiro, Collar, Garate, Kiko, Simeone, Fernando Torres, Agüero y Diego Costa…
Cierto es que un día llegó un chavalín jovencito, espigado y de sonrisa fácil llamado Courtois y que a través de sus paradas empezó a decantar a los niños del Atleti a comprar una camiseta verde o amarilla en lugar de la rojiblanca y les incitó a salvar goles en lugar de marcarlos. Pero el belga se fue y dejo un hueco en la portería y un vacío en la ilusión infantil del niño atlético que quería ser portero. Y de repente explota Oblak…
Hace un año, en una fría mañana en el Cerro del Espino, charlaba con Manuel Pereira, compañero periodista portugués del diario ‘A Bola’, sobre un inédito y desconocido Oblak: “Es muy bueno… muy bueno… muy muy muy bueno… ya lo veréis”. Hasta aquel momento la carrera atlética del esloveno se remontaba a una errónea actuación en Atenas en Champions y una errática actuación en Copa ante el Hospitalet recibiendo un gol desde 35 metros.
Jan siguió trabajando a la sombra de Miguel Ángel Moya, que ocupaba por derecho propio el portal del Manzanares. Pero una desgracia del mallorquín le puso en los focos en plena eliminatoria de Champions y con una tanda de penaltis para darse a conocer… y vaya si lo hizo…
Su sombra en la portería no ha parado de crecer: desde la eliminatoria de Champions ante el Real Madrid hasta certificar el tercer puesto el año pasado… desde la pretemporada rojiblanca hasta el pasado finde y su partido ante el Sporting de Gijón.
Oblak realizó ante Halilovic la parada de la Liga, solo ensombrecida por una de hace unos veinte días que realizo Neuer en Champions ante el Arsenal. Un parada repleta de reflejos, colocación, intuición y fundamentos de portero, con mano dura que no deja vencer y despejar el balón… un decálogo para los jóvenes que quieran dedicarse a ser buenos porteros.
Porque un portero entrena, mucho y duro… no es “el malo a la portería”… y llegados a este punto me gustaría destacar la función de un tipo con pocos focos, pero con un papel fundamental en el Atlético de Madrid. Se llama Pablo Vercellone, es el preparador de porteros del equipo colchonero… y ha tenido buena materia prima, pero Courtois era un chico prometedor con mucho que aprender… Tres años en las manos de Vercellone y se convirtió en el mejor del mundo en su puesto. Moyá era un veterano con talento y durante ocho meses se convirtió en la llave de la portería del Manzanares y Oblak llegó como un talento futuro y a día de hoy está en el Top 5 e incluso 3 del mundo. Nadie hace vídeos de Pablo, pero ahí está su trabajo…
Gracias a Pablo, y evidentemente al trabajo individual de Oblak los niños del Atleti poco a poco vuelven a querer llevar el 1, o el 13 en la camiseta, vuelven a querer parar el gol y no meterlo… eso tiene mucho mérito, no nos engañemos, los niños nunca han querido ser porteros…