El 'yihadista John', un londinense anodino

Mohammed Emwazi. / HANDOUT (Reuters)

Londres
Era un chico como hay miles en el Reino Unido. Un musulmán nacido en Kuwait en 1988, que a los seis años emigró con su familia a Londres. Mohammed Emwazi, pasó la infancia en North Kensington, un barrio de clase media londinense y estudio en escuelas anglicanas. Sus profesores le recuerdan como un chico callado y tímido, más interesado por el fútbol que por los estudios. También recuerdan que controlaba mal sus emociones y a veces perdía los estribos con inesperados ataques de ira. En la adolescencia empezó a frecuentar a otros jóvenes que con el tiempo terminarían convirtiéndose como él en terroristas. Algunos han muerto ya. El grupo se movía por ciertas escuelas y mezquitas y acudían a encuentros con el clérigo extremista egipcio Hani al-Sibai.
Emwazi estudió informática en la Universidad de Westminster, pero estaba ya en el radar de los servicios de inteligencia y fue detenido durante un viaje a Tanzania, temiendo que fuera a pasar a Somalia.
Después de aquello marchó a trabajar a Kuwai, pero en poco menos de un año estaba de vuelta en el Reino Unido. En el 2013 Emwazi cambió su nombre por el de Mohamed al-Ayan. En Agosto de ese año su familia denunció su desaparición. De él sólo se supo un año más tarde, cuando apareció en Siria, con el rostro cubierto con una máscara, en uno de los horrendos videos de ejecuciones en de rehenes occidentales capturados por los miembros del Estado Islámico. Quienes tuvieron la desgracia de caer en sus manos en cautiverio y lograron sobrevivir han descrito su sadismo y ensañamiento, propio de un psicópata.
El acento de Londres del verdugo ansioso de publicidad alarmó a los británicos. De nuevo, tal y como ocurrió con los atentados en la red de transportes de la capital, se trataba de un ciudadano británico. La prensa le apodó 'John el yihadista', pero su identidad exacta no se conoció hasta el pasado mes de febrero. Desde entonces había mantenido un perfil bajo. Sabía que se había convertido en el terrorista más buscado del mundo, que los servicios secretos lo tenían en el punto de mira y que no pararían hasta acabar con él.




