El homicida que obligaba a su esposa a pasar por “la máquina de la verdad”

Madrid

Un intento de homicidio es un delito que suele ir unido a las situaciones de violencia de género más extremas. Aquellas en las que la víctima ha sido mancillada, agredida y degradada como persona hasta que su verdugo le quita la vida.

Pero en este caso ya sentenciado por el Tribunal Supremo, solo la fortaleza de la esposa y la suerte de que los seis disparos realizados por su exmarido no fueran mortales le evitó morir en la calle.

En el año 2013 en el barrio madrileño de Vallecas una mujer era tiroteada por la espalda mientras escapa de su agresor. Y el agresor era su marido, padre también de su hijo, que la acosaba permanentemente desde su separación. Una separación que se produjo porque el cabeza de familia creía que su mujer tenía amantes.

Esa fijación mental que meses después le iba a convertir en un homicida ya había dado lugar la típico perfil de marido agresor: insultos, continuas amenazas, discusiones e incluso comentarios con los compañeros de trabajo sobre el tiempo que su esposa estaba sola en casa, mientras él trabajaba.

Esa voluntad de control de todas decisiones que afectaban a su esposa le llevaron antes del intento de homicidio a obligarla, en dos ocasiones a someterse al test del polígrafo “con la pretendida finalidad de que le demostrara que no le era infiel”.

El acoso no acabó ahí y continuó con el traslado a un laboratorio especializado en pruebas genéticas de ropa íntima de la mujer para que se le practicara el examen de ADN.

El objetivo de esta decisión del marido era “comprobar si aparecía el semen de otro hombre y haciéndose además con una tarjera duplicada para controlar sus llamadas y mensajes”. La mujer se encontraba ya sumida en un profundo estado de ansiedad. Unos meses después el agresor abrió fuego contra ella.

El Supremo confirma los 13 años de prisión por un intento de homicidio, tenencia ilícita de armas, violencia en el ámbito familiar e incumplimiento de las órdenes de alejamiento.