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ATLÉTICO - ATHLETIC

Uno de los nuestros

El domingo será un día especial para un futbolista que vuelve a un campo en el que jugó durante siete temporadas invirtiendo cierta apatía de la grada por cariño eterno.

Raúl García celebra un gol con el Atlético de Madrid / GETTY (GETTY)

Madrid

Es una semana “especial” por no llamarla rara. Bueno, en realidad ya lleva un tiempo mirando de reojo la hoja del calendario. Pasan los partidos y el Calderón está ahí. Lleva 4 tarjetas y se anda con cuidado… “no vaya a ser que vea la quinta y no pueda ir al Manzanares”.

Durante la semana empieza a recibir mensajes de excompañeros, amigos, periodistas conocidos. Siempre los recibe, no se olvidan de él, pero esta semana recibe más de lo habitual. Ojea los periódicos a ver que se dice del partido y se encuentra a un “ex” como él, antiguo compañero y amigo diciendo cosas bonitas: “Siempre ha sido un líder. Muchos deberíamos fijarnos en él. Es de los jugadores más trabajadores que he conocido…” son algunas de las frases que le dedica Sergio Asenjo ahora en filas del Villareal, buen amigo y que le arrancan una sonrisa y sentimiento de haber hecho las cosas bien como hombre importante del vestuario.

Y llega el viaje, llegada a ese aeropuerto al que tantas veces regresó tras derrotas dolorosas, pero también de triunfos ilusionantes. En el hotel recibirá la visita de amigos que dejó en tantos años viviendo en la capital… habrá risas, recuerdos, chascarrillos y nostalgia.

Y el día del partido se subirá al autobús camino del Manzanares, un gusanillo recorrerá su cuerpo al ver la alargada figura del coliseo colchonero tras salir del túnel de la m30 y al parar en la puerta 0 y bajarse del bus empezará a saludará trabajadores del club que tanto le quería.

Pisará el césped, ¡como parece haber cambiado todo!, echará un vistazo a la grada aún vacía. Recordará cuando tocaba el balón en la posición de mediocentro y la gente se cebaba con él, eran otros tiempos, tiempos de penuria en los que la gente andaba irritada por las esquinas y el Atleti perdía todo su prestigio centenario con plantillas inaceptables y resultados tediosos… También recordará como apretó los dientes. Trabajó, trabajó y trabajó, no sabe hacer otra cosa… y aquellos que pitaban se ponían en pie para aplaudirle cada vez que el Cholo lo sentaba en el banco, normalmente tras hacer un gol importante... como contra el Milán, contra el Madrid, contra el Barcelona, contra el Valencia…

En ese momento llegarán sus excompañeros que saldrán a darle un abrazo, a vacilarle, a recordar viejas batallitas y preguntas por las respectivas familias. “no protestes mucho hoy, y estate tranquilito…” le dirán obteniendo una respuesta clara “ni lo sueñes, ya os gustaría…”

Encamina el túnel de vestuarios, se cambia, se abrocha las botas y a calentar… todavía deberá escuchar canticos de la grada que le recuerdan y le muestran cariño y agradecimiento. El responderá con un gesto espontaneo, y ahí se acaba todo…

Se pone el 22… la palanquita de su inconsciente comienza a funcionar… añade una h al nombre y lo acaba con una c. El Atleti se convierte en Athletic, porque él no sabe otra cosa que honrar al equipo que defiende más allá de los amigos que pueda tener enfrente. En su nueva casa lo saben de sobra… como le odiaban cuando iba a San Mamés… y como le quieren ahora que le han conocido y lo disfrutan en sus filas.

Sale al campo, brega, lucha, le suelta la pierna a Juanfran, su amigo. Choca con Gabi y protesta al árbitro mientras el capitán del Atlético asiste acostumbrado a la jugada, cuantas y cuantas veces. Rasca con Godín: “Venga Diego que esto es fútbol”… y así con cada uno de sus amigos aquellos que ha dejado en el momento de colocarse el escudo de la camiseta que ahora defiende.

No sé si el destino de esta historia hará que el protagonista haga gol en el Calderón. Si puede lo meterá no duden… que lo celebre es otra cantar, porque la educación que le dieron de pequeño tiene el respeto marcado en rojo, y aunque respeta a su actual afición, ellos entienden perfectamente lo que supone el Atlético para él

Si se da la ocasión y Valverde lo cambia el Calderón estallará en aplausos con un matiz que creo importante: Da igual el resultado. Incluso perdiendo con gol del navarro, el Calderón aplaudirá porque tiene memoria y después apoyara a los suyos hasta el fin de los días… pero es que Raúl, Raúl es uno de los suyos, esté donde esté.

Sí, es Raúl García. No hacía falta ser “Einstein” para adivinarlo. El domingo será un día muy especial para él. Un día de sentimientos encontrados, pero al fin y al cabo un día bonito. Porque después de rascar, pegar, protestar y chocar, una vez pitado el final, Raúl volverá a fundirse en un abrazo con los jugadores del Atlético, volverá a aplaudir y a agradecer el cariño del público del Calderón y se dejara el alma y la integridad física si hace falta por el Athletic en su próximo partido…

Raúl García, un profesional de los que siempre quieres en tu equipo y de los que nunca olvidas cuando se marcha a otro lugar… el Calderón no lo ha olvidado…

 
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