Elecciones 23 de julio

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Paseos 'tapacalvas'

La actitud del presidente del Gobierno ha cambiado, pese a no llenar sus actos de la misma manera, ahora se acerca a los periodistas y no teme hacerse selfies y tomar cañas

El presidente del Gobierno haciéndose fotos con los asistentes a un acto de campaña. / Javier Cebollada EFE

Santa Cruz de Tenerife

La campaña del paseo. Unos días antes de que arrancara la caravana electoral del PP para las elecciones de mayo, Mariano Rajoy decidió echarse de nuevo a la calle. Llevaba tres años y medio encerrado en el bunker de la Moncloa. Cuando se le pregunta, reconoce que fue “un error” no salir a dar más explicaciones, pero se excusa diciendo que tenía “mucho trabajo” para salvar a España de la crisis económica.

Regresó en Benidorm (Alicante). Entre fuertes medidas de seguridad. Apenas se escucharon algunas voces críticas ahogadas por los aplausos y los besos a los niños, que a lo largo de los meses se han ido transformando en ‘selfies’ y cañas por toda España.

A pesar de los recortes y las medidas polémicas no hubo incidentes. Así que Rajoy decidió explotarlo. Medio año, jugándoselo todo a la baza de la cercanía. Incluso con los periodistas. Fuera el plasma. Hasta tal punto de que, en un momento dado, de tanto verle, ya no había ni preguntas.

La transformación de Rajoy ha sido tan radical que ahora viene a saludar a los medios de comunicación en el sexto día de campaña, cuando en 2011 había que perseguirle para que se hiciera la foto en el undécimo. De hecho, en esta ocasión, ha prometido que se subirá al bus con los periodistas. Lo que no ha hecho en su vida, ni siquiera cuando era candidato de la oposición.

En el PP creen que la táctica funciona. Dicen que “huele diferente”. Aseguran que hemos pasado del “tic tac”, que algunos le canturreaban en las municipales y autonómicas, al eres “más alto y más guapo que en la tele”.

Pero los paseos también ocultan una realidad, y es que el Partido Popular ya no llena como antes polideportivos y plazas de toros. Tiene serias dificultades. Y temen las ‘calvas’, esos asientos vacíos que simbolizan la falta de movilización.

Así que han optado por el paseo, una opción que permite ver a Rajoy a tiro de cámara comprimido por los ciudadanos. Cien personas, tal vez algo más, parecen muchas en una apretada calle empedrada y sobre todo en una tienda de yemas. Además se buscan plazas fuertes. Seguras. A poder ser, donde gobiernen los populares para garantizarse la asistencia y ahorrarse problemas.

También las localizaciones para los mítines tradicionales tienen menor capacidad. Los conservadores ya no son los que eran en Baleares, donde pincharon. Antes llenaban un Palma Arena en el que ahora arrasa Podemos. Antes reservaban espacio para mucha gente y ahora, como en Zaragoza, ya no pueden. Ciudadanos reventó el mismo sitio que eligieron los conservadores. Pero estos últimos señalaban ayer que habían puesto sillas fuera, que la gente estaba en la puerta... Hablaban de 2.000 personas, en una ciudad donde antes convocaban a 7.000. Desde el Partido Popular suelen mandar a alguno de sus infiltrados para que tome fotos de los actos de los rivales y la conclusión es que las comparaciones son odiosas.

Hoy Rajoy e Iglesias coinciden en Canarias. Primero en Tenerife y después en La Palma. Medirán sus fuerzas. Sin debate por medio, la formación se bate en audiencias.

 
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