36 años de cárcel para una madre que abusaba de sus hijas y lo grababa
El Supremo confirma una pena tan alta porque se trata de dos delitos continuados: abusos sexuales y utilización de menores en la elaboración y distribución de material pornográfico
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Sobre esta sentencia del Supremo ya no cabe recurso / EFE
Madrid
La Audiencia Provincial de Tenerife ya había condenado a 38 años de prisión por los mismos delitos al hombre que recibía en su correo electrónico los vídeos pedófilos.
La sentencia consideró probado que la madre de las niñas, que residía en la localidad tinerfeña de La Laguna, inició una relación de amistad por una red social de internet con el condenado, que vivía en Murcia.
La mujer tenía la intención de marcharse de Canarias para irse a vivir con el hombre. Sin embargo, ni la foto que ella poseía de su amante era del hombre. Se trataba de la instantánea de un desconocido.
Desde enero de 2012, según el sumario, ambos utilizaron a las menores en actos sexuales que eran auténticos ataques despreciando la integridad sexual de las menores. Incluso se pusieron de acuerdo para filmar vídeos y tomar fotos pornográficas en las que las menores eran las protagonistas.
La mujer obligaba a las niñas a hacer lo que le indicaba el procesado y después le enviaba a su correo electrónico dos o tres vídeos de contenido pedófilo cada mes entre enero y julio de 2012.
Entonces el infierno comenzó a ser público cuando un conocido de la condenada, a quien envío su ordenador para que se lo arreglara, denunció los hechos al descubrir las imágenes de las menores.
Tras su detención, la madre confesó los hechos, colaborando en la identificación de su amante.
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo rechaza el argumento del condenado, que ha sido el autor del recurso, alegando que las imágenes y demás contenidos se habían obtenido de manera ilícita.
La sentencia de la Sala Segunda, de la que ha sido ponente su presidente Manuel Marchena, explica que no deben incluirse en el concepto de prueba ilícita los “descubrimientos efectuados de forma casual por un ciudadano que en el momento de su obtención carece de toda voluntad de hacerse con una fuente de prueba”.
