Balones con oro y sin gloria
Junto con los Di Stéfano, Cruyff, Beckenbauer, Platini, Zidane, Cristiano y Messi hay un pequeño grupo de futbolistas que, pese a llevarse el premio al mejor del mundo, no figuran en el Olimpo de la historia del fútbol
Madrid
Josef Masopust (1962). El centrocampista, una de las leyendas de su país –en 2008 fue nombrado el mejor jugador checo de los últimos 50 años-, brilló especialmente en el Mundial de Chile. Jugó la mayor parte de su carrera en el Dukla de Praga, con el que hizo 79 goles. Como internacional sumó 63 apariciones con 10 tantos. Uno de sus mejores momentos, el gol que puso a su equipo por delante en la final del Mundial que Checoslovaquia perdió finalmente contra Brasil (3-1).
Flórián Albert (1967). Es uno de los grandes desconocidos de la historia de este premio. Fue delantero del Ferencváros entre 1958 y 1974. Con este equipo ganó cuatro veces la liga de su país y una vez la copa. Además, participó en dos Mundiales de fútbol, los de 1962 y 1966. En cualquier caso, sus dotes como goleador son indiscutibles: hizo 255 tantos en 351 partidos con su equipo y 31 dianas en 75 partidos con su selección.
Olej Blokhin (1975). Fue uno de los grandes de su tiempo e historia viva del fútbol soviético y ucraniano, pero su nombre tampoco suena cuando se cita a los grandes de los grandes. Quizá porque la mayor parte de su carrera se desarrolló en el Dinamo de Kiev, con el que lo ganó casi todo (seis ligas de la Unión Soviética, cuatro copas y dos Recopas de Europa). Hizo casi 300 goles como jugador de clubes y 42 como internacional en 112 encuentros.
Igor Belanov (1986). La Recopa ganada con el Dinamo de Kiev y el gran Mundial que hizo en México le valieron para imponerse a Lineker y Butragueño en las votaciones. Aunque fue un poco trotamundos, su etapa en Kiev fue la más fructífera de su carrera. Con ese equipo ganó dos títulos de liga, dos copas y esa Recopa en la que se impuso al Atlético de Madrid. Fue 33 veces internacional con la URSS.
George Weah (1995). Mito en Liberia al que descubrió para el Mónaco Arsene Wenger en 1988. Su trayectoria es extensa y se condujo por algunos de los grandes del fútbol europeo, como el pujante PSG que llegó a la final de la Copa de Europa de la temporada 94-95 –fue el máximo goleador de la competición- pero que cayó ante el Milan. Los italianos le ficharon la temporada siguiente, cuando le llegó el Balón de Oro. Con ellos ganó dos ligas.
Michael Owen (2001). Los aficionados del Real Madrid le recuerdan por dos circunstancias. Una de ellas, su paso por el equipo blanco. Pero la otra, la más importante, arrebatarle el Balón de Oro a Raúl. Ganó este premio como futbolista del Liverpool, aunque en la temporada 2004-05 se incorporó al Real Madrid con más pena que gloria. Con los blancos hizo 21 goles en 43 partidos.
Kaká (2007). El brasileño, campeón del mundo con Brasil en 2002, causó sensación como jugador del Milan, pero -como Owen- no pudo ratificar su calidad en sus cuatro temporadas el Santiago Bernabéu. Con el equipo de Berlusconi, en cualquier caso, construyó un palmarés envidiable: una Champions, un Mundial de Clubes, dos Supercopas de Europa, dos Ligas italianas y una Supercopa de Italia. Con Brasil, además del Mundial, conquistó dos Copas Confederaciones.
Alfredo García
Coordinador digital de las emisoras de la SER. Anteriormente, y durante más de una década, fue responsable...