Sociedad
CRISIS DE LOS REFUGIADOS

418 ahogados y un violín

Maisaa Nur El Din, 39 años, profesora de Instituto, y sus dos hijas, Rand de 12 años, una brillante violinista y Gilnar de 9 fallecieron el pasado 21 de enero en el Mar Egeo intentando llegar a Grecia

En el pie de foto se lee " Mártires a la búsqueda de una patria" / Servicio Jesuita a Refugiados

Madrid

Resistieron la guerra que está a punto de cumplir 5 años hasta que en enero la situación se volvió tan insostenible que decidieron dejar su hogar en el sureste de Siria y huir hacia Europa. Lo tenían todo planeado, Nabil, el padre y marido y Maissa, la madre, decidieron asumir el riesgo, ella iniciaría el camino a Suecia con las niñas. Poco después de Navidad salieron de territorio sirio, alcanzaron Turquía junto a miles de sus compatriotas en la huida. En la costa turca se subieron a uno de esos “Dinguis”, las barcas neumáticas, que cada día se ven en las noticias llegando a las islas griegas, pero la suya acabó hundiéndose en la ruta del Egeo entre Turquía y Grecia.

Mientras la incapacidad política de la Unión Europea se enroca en cerrar fronteras. en lo que va de 2016 han cruzado el Mediterráneo un 914 por ciento más de refugiados y migrantes. Según los últimos datos de la Organización Internacional para las Migraciones más de 120000 personas han desembarcado en las costas europeas hasta el 26 de febrero de este año frente a los 11834 que lo hicieron en el mismo período de 2015, es decir, con la falta de soluciones reales y seguras para estas personas lejos de temer el cierre de puertas para acceder a Europa han llegado 10 veces más que el año pasado a estas alturas. 418 personas, entre ellas Maissa, Rand y Gilnar, encontraron la muerte en estos 57 días de 2016, sí, de media 7 muertos por día, cada día, con o sin fotos que nos puedan estremecer al pensarlo.

El 21 de enero fue el último día de vida de esta profesora de música de secundaria, de su hija mayor, una “brillante violinista”, y de la pequeña, campeona de ping pong de su provincia, Sweda, a 100 kilómetros de Damasco. El sueño de esta familia de clase media siria de juntarse en Suecia para empezar a vivir una vida segura y digna se hundió hace un mes pero su historia se ha hecho viral entre millones de sirios que la han compartido por las redes sociales. En los últimos días ha sido hallado los cadáveres de la madre y de una de las niñas, ambas enterradas en Turquía

Un traductor procedente de la misma ciudad que esta familia y que trabaja en España con el Servicio Jesuita a Migrantes, Oussama Attrache, y una abogada de la organización, Cristina Manzanedo, han reconstruido la historia de esta familia ahogada de camino a Grecia en una carta en la que demuestran que no son 3 de 418, son las historias de una madre y de sus hijas a las que la falta de un paso seguro a Europa les ha costado la vida en su huida de Siria.

Mártires a la búsqueda de una patria

Era una familia prototipo de la clase media siria. Maisaa Nur El Din, 39 años, profesora de Instituto, Nabil Abu Ismail de 44 años, Ingeniero Civil y sus dos hijas de 12 y 9 años. Él había emigrado a Omán, un sultanato de Golfo Pérsico y el trabajo de los dos permitía a la familia vivir con un nivel económico y de bienestar más que aceptable en la Siria previa al conflicto que vive el país desde marzo 2011. Ella se quedó en Siria al cuidado de sus dos hijas y cumpliendo con sus obligaciones profesionales. Rand y Gilnar son las dos niñas del matrimonio. La mayor, Rand, toca al violín de forma brillante, la pequeña, Gilnar, es campeona infantil de Ping Pong de su provincia, ambas destacaban en sus estudios. Pero donde vivían, al sureste de Siria, aunque es una de las zonas más tranquilas del país, no hay las condiciones mínimamente adecuadas, tanto para que puedan vivir su infancia como para prepararlas adecuadamente, acorde a la valía que Maisaa y Nabil vislumbraban. Aunque en su ciudad no caen barriles bomba, bombas de racimo, cohetes, balas… etc. eso no significa que las condiciones de vida sean normales. Las zonas de guerra en la Siria actual no son las únicas que nutren la cantera de los refugiados, ese elevadísimo número de personas que huyen del país. La realidad es que una gran parte de la clase media del país lo está abandonando involuntariamente por las nefastas condiciones de vida, si no imposibles, sin esperanza para su futuro y el de sus hijos. Las escuelas no ofrecen condiciones manejables para desarrollar sus actividades, no hay ni gasóleo para calentar las aulas en el duro invierno de Siria, sobre todo en la zonas montañosas donde vivía esta familia. Las infraestructuras sanitarias están en condiciones pésimas, la inseguridad está generalizada. Las niñas podían ser raptadas en cualquier momento para pedir rescate a cambio de devolverlas, y no siempre sanas y salvas… Hay una falta total de respeto a los derechos de la infancia, los derechos de los mayores llevan décadas ausentes, solo existen en los libros y en los discursos. En las zonas bajo control de Régimen, que es donde vivía esta familia, se supone que las autoridades garantizan los servicios básicos a la población, pero la realidad es que su presencia se percibe principalmente a través de las fuerzas de seguridad del Estado, que atemorizan a quien se le ocurra protestar. Lo demás queda en manos de corruptos y de grupos armados. Los secuestros, los robos y las estafas son el pan nuestro de cada día, hay un descontrol total de los precios (un kg de patatas cuesta lo mismo en España que en Siria, cuando el sueldo más alto en Siria son 50€ al mes, la moneda local se ha devaluado el 90% en relación con el dólar desde el 2011). Maissa y Nabil, durante los 5 años que dura ya el conflicto sirio, tuvieron alguna esperanza de que la situación se resolvería pronto, pero el desarrollo de los acontecimientos en 2015 les hicieron ver que la situación se iba complicando crecientemente y que los políticos regionales y mundiales se han dividido entre espectadores pasivos y actores desalmados. En 2015 Maisaa y Nabil veían que el conflicto sirio iba para mucho tiempo, no atisbaban luz al final del túnel, las niñas iban creciendo, la situación del país iba empeorando hasta límites inimaginables unos meses antes. Ahí al lado estaba Europa, les llegaban noticias de que Europa, una vez que llegas, ofrece protección y condiciones para una vida acorde a sus anhelos, tanto para sus niñas como para ellos, que siendo personas con formación saldrían bien adelante. Sabían que llegar no iba a ser fácil, sabían que el acceso a las torres de marfil que son las Embajadas de la Unión Europea están cerradas a cal y canto, pero ellos tenían dinero para poder acceder a unas condiciones seguras, podían pagar mucho dinero a pasadores para el traslado, éstos prometían llevarlas sanas y salvas hasta Suecia si les pagaban al contado y antes de subir al barco. Los dos, Maisaa y Nabil decidieron correr el riesgo, ella se iría a Suecia con las niñas. Luego él iría de Omán a su encuentro en el paraíso Sueco. Abandonaron Siria y una madrugada gélida del pasado mes de enero partieron por mar desde Turquía provistas de chalecos salvavidas. Los chalecos se los habían vendido comerciantes turcos y de salvavidas solamente tenían el nombre, el resto eran tela y plástico y el barco seguro era un barco trampa, de madera vieja que no resistió al primer embiste del Mar Egeo. La ilusión, la esperanza y la belleza acabaron en el fondo del mar. Los mafiosos sí se salvaron, había lanchas motoras esperándoles. Nabil se ha quedado sin familia y mira fijamente, con angustia, las aguas del Golfo. Maisaa Nur El Din, 39 años, profesora de Instituto, y sus dos hijas, Rand de 12 años y Gilnar de 9 años fallecieron el pasado 21 de enero en el mar intentando llegar a Grecia. En el pìe de foto, su familia ha escrito “Mártires a la búsqueda de una patria”.

  • Reportaje de 'A Vivir':

VISIÓN SEMANAL (27/02/16)

15:48

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