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Cuando el corazón dice basta

Son muchos los deportistas de élite que han tenido que dejar la competición por dolencias cardíacas. El último, el nadador de 25 años Héctor Ruiz

Efe

Mi corazón me obliga a dejar el fútbol”. Esas fueron las palabras del futbolista del Real Madrid Rubén de la Red allá por 2010 cuando una dolencia cardíaca se interpuso en su camino. Tenía 23 años cuando en un partido de Copa se desplomó sobre el campo y año y medio después, tras decenas de pruebas, los médicos le recomendaron dejar el deporte profesional y la Seguridad Social le declaró inválido para competir.

En 2005, el capitán de Leche Río Breogán, Ricardo González, anunciaba su retirada del baloncesto profesional por una anomalía congénita en una arteria. Sufrió una arritmia en pleno partido y el parte médico le indicaba que debía cesar su actividad deportiva de alta intensidad.

Tanto Rubén de la Red como Ricardo González reconocieron que aquellos momentos fueron los peores de su vida pero ahora siguen relacionados con sus respectivos deportes: de la Red como entrenador del Getafe, Ricardo González como agente de jugadores.

Thuram y Almunia en fútbol, Oberto y Mickeal en baloncesto o Mardy Fish en tenis también tuvieron que abandonar, total o parcialmente, el deporte de alta competición por una mala jugada de su corazón.

Uno de los últimos casos que hemos conocido es el de nuestro nadador Héctor Ruíz, vigente campeón de España de 10 Km en aguas abiertas. El pasado mes de diciembre, mientras se preparaba para poder estar en los Juegos de Río, comenzó a darse cuenta que su corazón no latía como siempre, que había algo anormal. A las alteraciones les siguieron las arritmias, unas 50-60 al día. Héctor se preocupó cuando una de esas arritmias se prolongó durante unos 20 minutos. “Nunca antes me había pasado y llevo nadando desde que era un niño. Los médicos me detectaron el ventrículo izquierdo dilatado y me recomendaron parar”. Una operación en marzo no consiguió solucionar esos problemas y como dice Héctor, no hubo ninguna decisión que tomar, no hubo opción. La única solución era dejar el deporte de alto nivel. “Los médicos me dijeron que los problemas se habían producido por el estrés de la alta competición y después de tres meses sin nadar, he tenido que dejarlo definitivamente”.

Héctor comenzó el deporte de alto rendimiento con 16 años en el CAR de Sant Cugat y tan solo un año después se clasificó para los campeonatos de Europa Júnior y Absoluto. “Mi madre me apuntó a natación de niño como un hobby que luego fue a más, un hobby que se convirtió en mi vida. Por eso ahora tengo mis momentos, momentos de nostalgia, momentos duros pero soy realista. Intento llevarlo lo mejor posible y soy consciente de que me han dado una segunda oportunidad. Mi corazón me ha avisado”

Sigue vinculado a la natación y es entrenador de niños pequeños en el Centro de Natación Mataró y Las Rosas. “Los médicos me dijeron que tenía que dejar el deporte al máximo nivel pero no la natación. Tres meses después de las primeras dolencias, y tras la operación, volví a meterme en el agua, en el mar y fue una sensación muy agradable, como nueva. No había estado tanto tiempo sin nadar y fue algo especial. Ahora entreno a niños, que es algo muy gratificante, sigo ligado a la natación y tengo más proyectos, que espero que salgan, para el futuro.”

Héctor es consciente de que su corazón le ha jugado una mala pasada pero que le ha regalado también una vida nueva que está dispuesto a aprovechar.

 
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