El dilema de Angela Merkel
Un “poema injurioso” contra Erdogan se ha convertido en un tema de Estado en Alemania. El gobierno germano, bajo petición de Ankara, debe decidir si acepta abrir un proceso contra el cómico Jan Böhmermann, quien podría enfrentarse a una pena de hasta cinco años de cárcel por “injurias a un jefe de Estado extranjero”
Berlín
Las altas instancias del gobierno alemán centran desde hace días sus esfuerzos en revisar la última aparición televisiva del cómico Jan Böhmermann. No buscan inspiración en los chascarrillos del showman para conectar mejor con la opinión pública, sino posibles evidencias de que su “poema injurioso” dedicado al presidente turco Tayyip Erdogan sea constitutivo de un delito.
El caso Böhmermann se ha convertido en un tema de Estado en Alemania. Todo comenzó el día 30 de marzo cuando en el programa de humor Neo Magazin Royale que emite la televisión pública ZDF el famoso cómico leyó un poema en el que se destacaban atributos potencialmente ofensivos del presidente turco Erdogan. Entre las lindezas que se le dedicaban al mandatario no faltaban tópicos (“su cosa huele peor después de comer un kebab”), la crítica a sus políticas y la alusión a prácticas de dudosa reputación (“le gusta mantener relaciones sexuales con cabras y oprimir a las minorías, machacar a los kurdos, pegar a los cristianos y mirar pornografía infantil”).
El poema satírico, que la cadena borró desde un primer momento de su página web, surgió como respuesta a una polémica anterior que el presidente turco había protagonizado con otro programa de televisión alemán que había emitido días antes un vídeo crítico con Recep Tayyip Erdogan que incomodó en Ankara hasta tal punto que decidió llamar a consultas al embajador alemán en Turquía.
Böhmermann, en un intento de hacer pedagogía con el líder extranjero, explicó en su programa que debido al amparo de la libertad de prensa y libertad de creación en Alemania era posible emitir este tipo de vídeos críticos. A continuación, el cómico destacó que lo que no está permitido en Alemania es realizar una crítica injuriosa y difamatoria. “Quizás sea mejor que lo expliquemos con un ejemplo práctico. Esto que vamos a hacer ahora no se puede hacer”, dijo antes de proceder a leer el poema.
Consciente en todo momento de sus actos, Jan Böhmermann seguramente no se sorprendió cuando la prensa alemana aludió a una conversación de Angela Merkel con el primer ministro turco Davutoglu en la que la canciller calificó el texto de “deliberadamente ofensivo”. La sorpresa tuvo que ser, sin embargo, mayor cuando se hizo público que Erdogan presentó una demanda contra Böhmermann por difamación y, sobre todo, cuando el ejecutivo de Merkel confirmó la recepción en el Ministerio de Asuntos Exteriores de una solicitud del gobierno turco por la que se exigía el procesamiento del cómico.
Ankara da este paso en base al artículo 103 del Código Penal alemán que contempla el enjuiciamiento de una persona por insultos a un jefe de Estado extranjero siempre que así lo solicite el ejecutivo del país afectado y sea autorizado por el gobierno germano. Por lo tanto, la canciller Angela Merkel se enfrenta a un gran dilema: su gobierno debe decidir si cede ante las presiones de Turquía en un momento en el que su colaboración es esencial para hacer progresos en la crisis de refugiados o si, por el contrario, defiende la libertad de opinión y de prensa con todas sus consecuencias.
Por el momento, parece que la balanza se inclina a favor de la segunda opción. En su primera aparición pública tras desatarse el escándalo, Merkel recalcó que los valores básicos recogidos en la Constitución tales como la libertad de expresión, de la ciencia y el arte permanecen vigentes “independientemente de los problemas políticos que puedan surgir”. Merkel debe actuar de forma hábil para que la opinión pública no se le eche encima y la imagen de Alemania como país defensor de las libertades individuales no se vea afectada.
Este martes por la tarde los secretarios de Estado de Exteriores y Justicia, así como jefes del departamento de Política Exterior y Seguridad de la Cancillería se reunieron por segunda vez para estudiar el caso. De salir adelante, el cómico podría enfrentarse a una pena de hasta cinco años de cárcel.
Se espera que a lo largo de esta semana comuniquen su decisión y, mientras, la cadena de televisión de acuerdo con la productora y el cómico han decidido suspender el próximo programa que estaba previsto que se emitiese este jueves. Jan Böhmermann también ha cancelado su asistencia a unos premios en los que debía recoger un galardón.
El cómico alemán llamó la atención a nivel internacional hace unos meses al emitir en su programa vídeos cómicos sobre Varoufakis que contaron con el aplauso del público. En los últimos días, el propio exministro de finanzas griego se solidarizó con el showman alemán a través de su cuenta de Twitter, asegurando que Europa, además de haber perdido su alma al firmar el acuerdo de refugiados con Turquía, había perdido su humor. "Quiten las manos de Jah Böhmermann", solicitaba el tweet.