Rajoy y Sánchez, ¿historia de un plantón?
PP y PSOE no se ponen de acuerdo ni en las versiones de sus relaciones después del 20-D. Los conservadores aseguran que se cerró una reunión para después de Reyes con Pedro Sánchez y que este la canceló un día antes. Los socialistas dicen que no fueron porque no querían asistir a un encuentro sin luz y taquígrafos

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante la firma de su primer pacto de Estado, el "Acuerdo para afianzar la unidad en defensa de las libertades y en la lucha contra el terrorismo" / EFE

Madrid
En este semana decisiva, la última ya para saber si se cierra o no un pacto para formar gobierno, socialistas y populares han convertido sus relaciones en una suerte de sainete con versiones contradictorias sobre un plantón de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy que solo conducen a una conclusión: el entendimiento entre ambas formaciones es bastante improbable.
En el PP desean que Rajoy mueva ficha y que llame al líder socialista para que los ciudadanos vean que no son ellos los responsables de la repetición de las elecciones. Pero confían en que antes se produzca un "gesto" de Sánchez. Pero este no llega porque Ferraz lo tiene claro: en su agenda solo cabría una reunión entre equipos negociadores, tal y como plantearon por carta los portavoces de PSOE y de Ciudadanos justo después de cerrar su pacto. En sus cálculos no entra una cita entre líderes.
Según los populares, se llegó a fijar una que finalmente no se llegó a producir porque el secretario general del PSOE la canceló. Después del encuentro de solo media hora que mantuvieron en la Moncloa (Sánchez fue el primer líder a quien llamó Rajoy y su cara a cara solo sirvió para constatar las diferencias), el presidente en funciones cerró una segunda cita para después de Reyes. Era una fecha clave, porque era justo antes de la primera ronda de consultas del rey. Y, según cuentan sus colaboradores, un día antes, se canceló. De forma unilateral y sin más explicaciones. Le dejó plantado. Algo que sentó bastante mal en las filas populares. Les pareció de "muy mala educación".
Pero ni en esto se ponen de acuerdo PP y PSOE. Los socialistas niegan "rotundamente" que se llegara a fijar una hora y un día. Según su versión, el presidente en funciones trasladó al líder socialista su deseo de verle y Sánchez accedió, pero siempre que esa cita tuviera carácter público. En el PSOE aseguran que nunca se llegó a cerrar nada porque "Rajoy no quería que se hablara con luz y taquígrafos".
Los que rodean a Rajoy señalan que eso no es cierto porque a Rajoy le daba igual que la reunión fuera pública o privada. Y garantizan que se cerró una fecha y un formato sin publicidad previa, en el que ambas partes estaban de acuerdo. Además, tampoco lo ven tan raro porque ya lo habían hecho en alguna que otra ocasión. Como el pasado 28 de octubre, cuando ambos líderes consensuaron una respuesta contra el desafío independentista. Se vieron y luego se hizo público a través de un comunicado conjunto. Además, apuntan que Sánchez no tuvo ningún problema a la hora de reunirse en secreto con Rivera o Junqueras.
El presidente en funciones, ya en febrero sí acudió a un encuentro con el líder socialista en el Congreso. Sabía que no iba a servir de nada. Pero, según su círculo, iba para demostrar que hay unas normas básicas en política, como la sentarse y escuchar al contrario por mucho que sea lo que les separe. A pesar de todo, el recuerdo que quedó de ese día, es que Rajoy no estrechó la mano de Sánchez. Antes de entrar en la sala, se saludaron. Pero no frente a las cámaras.
Entonces Sánchez acudió con la determinación de decirle que el PSOE no iba a plantearle nada referente a la investidura como sí hizo con el resto de los grupos (es más, no lo incluyó en la primera fase de reuniones, en la de los potenciales socios prioritarios). Asistió, según insistieron en el PSOE, porque hay asuntos de Estado que requieren que exista un canal de interlocución permanente entre los dos principales grupos, amén de un tema esencial en el que el PSOE sabe que tiene que contar con el PP: la reforma de la Constitución. Pero la investidura no. Así lo había decidido de forma unánime y sin debate en este caso el comité federal del PSOE que se celebró justo después de las elecciones, el 28 de diciembre.
Es cierto que en las primeras semanas de incertidumbre hubo algunas voces en el PSOE que, en privado, hablaban de que al final igual había que dejar gobernar al PP pero, tal y como han evolucionado los acontecimientos, ya nadie dice tal cosa. Los casos de corrupción de Valencia y Granada o la dimisión de Soria han acentuado el discurso del PSOE de que la regeneración del PP pasa por quedarse un tiempo en la oposición.
Pese a todo, en el PP quieren que el presidente en funciones mueva ficha como dijo que haría tras la investidura fallida. Desde el Grupo Popular aseguran que todas las semanas han tanteado el terreno. Pero que, desde las filas socialistas siempre se les ha dicho que ni se molesten. En este tiempo, Rajoy sólo ha podido hablar con el secretario general del PSOE por la crisis de los refugiados y por los atentados de Bruselas. No quiere tocar otros temas, nada de negociaciones. Desde Génova, lanzan señales. Pero creen que el mayor menosprecio sería el de tratar de comunicarse por teléfono y encontrarse con que este está apagado o fuera de cobertura. No quieren que les vuelvan a dar calabazas.
Todo esto, aseguran en el PSOE, roza el ridículo. Fuentes del equipo de Sánchez explican que en su día los portavoces del PSOE y de Ciudadanos enviaron una carta al portavoz del PP para abrir una ronda de negociaciones con todos los grupos y que ésa es la única reunión que incluirían en su agenda.




