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CHERNÓBIL, 30 AÑOS DESPUÉS DEL DESASTRE

Vivir en tierras contaminadas

Se calcula que treinta años después del accidente de Chernóbil, unos cinco millones de personas cultivan en campos donde la radiación sigue presente. Sufren problemas a nivel de aparato digestivo, en el hígado y en el estómago

FOTOGALERÍA | Una vieja lancha abandonada en el canal del río Pripyat en la Reserva Radioecológica Estatal dentro de la zona de exclusión a 30 kilómetros del reactor nuclear de Chernóbil / TATYANA ZENKOVICH EFE

Chernóbil

Oxana Oborska ha salido al patio para dar de comer a las gallinas. También tiene una vaca y una pequeña huerta donde cultiva las patatas que cenarán por la noche. Sabe, o mejor dicho sospecha, que la tierra donde se encuentra su casa está contaminada. Pero con tres hijos que alimentar, no ve otras opciones. "¿Adónde podría ir? Nadie me va a ayudar a conseguir otra casa. Y no me puedo ir a vivir en medio del campo", explica.

Cuando ocurrió el accidente de Chernóbil, Oxana tenía dos años y siempre ha vivido aquí. Su casa se encuentra en un pequeño pueblo llamado Maximovichi, situado a 50 kilómetros del fatídico reactor. Muchos pueblos de los alrededores fueron evacuados, pero no el suyo, ya que las autoridades soviéticas consideraron que el nivel de contaminación era bajo.

30 años de la catástrofe de Chernóbil

<p>Fotogalería | Las imágenes de las zonas del desastre</p>

Con motivo del treinta aniversario del accidente, la organización ecologista Greenpeace ha hecho un estudio de campo en varias regiones de Ucrania que demuestran que todavía existen "puntos calientes" donde la radiación sigue presente. La han detectado sobretodo en alimentos como la leche, el grano o las setas, pero también en la leña que se recoge en el bosque para calentar las casas.

Algunos vecinos como Alexander Ijnachuk son conscientes del riesgo, aunque no por ello renuncian a comer lo que pesca en el río. "Según el gobierno esto está limpio y yo no tengo ningún aparato para demostrar lo contrario. Pero sé que tengo la tiroide más desarrolladasde lo normal y que a los 38 años ya he perdido la mitad de los dientes. Y esto se debe a la radiación. Estoy seguro", afirma.

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Uno de los elementos todavía presentes es el Cesio-137 que se almacena en los sedimentos y tiende a acumularse en los tejidos de las plantas. Como resultado entra en la cadena alimentaria. Y el problema es que con el paso de los años, las medidas de precaución han ido desapareciendo. "En los primeros años, tras el accidente, llegaban alimentos limpios a la zona y la gente era consciente del peligro, pero el miedo se ha ido diluyendo", dice el doctor Anatoli Chumok, director del Centro Nacional de Investigación de Medicina de la Radiación. "En un momento dado, observamos que el nivel de contaminación en los niños aumentaba y esto se debía a que consumían más leche que los adultos", explica.

Se calcula que treinta años después del accidente de Chernóbil, unos cinco millones de personas siguen viviendo en tierras contaminadas. Sufren sobretodo problemas a nivel de aparato digestivo, en el hígado y en el estómago. Y también se ha registrado un incremento más que significativo de los cánceres de tiroides.

 
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