Rajoy o la filosofía de 'el que resiste gana'

Madrid

El PP no ha cambiado de candidato, ni de listas, ni de programa, ni de mensajes. A pesar de los recortes y la corrupción, Mariano Rajoy ganó el pasado 20 de diciembre. Le fue tan bien que ha decidido clonarlo todo. Lo único es que ahora, gracias a los resultados de hace cuatro meses, sabe los lugares en los que se debe concentrar. Para ello se le ha diseñado una ruta específica, muy estudiada y con una agenda apretada. En estos días, el presidente en funciones visitará mucho Andalucía, Valencia y Castilla- La Mancha. Se pasará por Galicia, en concreto por Pontevedra, donde le dieron el puñetazo y le nombraron persona non grata. Pero no irá a Euskadi, La Rioja, Castilla y León y Cantabria porque no le merecen la pena.

Él va buscando arañar escaños y puede lograr hasta nueve más. Pretende capitalizar los de Ciudadanos. Los de aquellas circunscripciones en las que los apoyos a la formación de Albert Rivera no sirvieron de nada porque no llegaron ni a contabilizarse. Se quedaron en lo que se denomina “los restos” del reparto de diputados según la ley D´Hont y el último escaño se fue a parar a Podemos

En la campaña de Rajoy, además, habrá pocos mítines tradicionales. Mucha calle, paseos, selfies y cañas. Lo que se pretende es dar a conocer su lado más humano. Y a donde él no llegue lo harán los demás. Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal cubrirán sus huecos. Además, habrá dos momentos televisivos de relevancia: el debate a cuatro del día 13 y su aparición en El Hormiguero, el 22 de junio. Dos cosas que no hizo durante su anterior caravana.

Estrategia

El objetivo del PP es romper “sobradamente” la barrera del 30 por 100 de los votos. Así lo explicó el pasado lunes en su rueda de prensa, Jorge Moragas a ritmo del nuevo himno latino. Y la estrategia para lograrlo será recurrir, de nuevo, al discurso del miedo.Mensajes en los que se alertará sobre el peligro de los extremismos. Una polarización que Aznar criticó y que el director de campaña ve lógica dentro de una contienda electoral.

Los conservadores tienen claro que Unidos Podemos es el enemigo público número uno. Pero en el modus operandi no hay que derrapar.Se debe cargar contra la coalición pero con cuidado de no avivar el voto de la izquierda. Y aún menos se debe cometer el error de demonizarla para evitar que se vea al PSOE, en contraste, como una referencia de moderación. En el PP piensan que se va a producir el sorpasso pero en votos, no en escaños.

En cuanto a los socialistas y a los de Ciudadanos, la táctica es la de ignorar a ambos partidos. Aunque en Génova reconocen que ya les sorprende que, a estas alturas, Pedro Sánchez aún sobreviva. Mientras que con la formación de Albert Rivera se deben mantener las formas. Recuerdan como, cuando en diciembre se dispararon en las encuestas, el PP decidió arremeter contra ellos. Y fue toda una equivocación porque empezaron a descender de forma preocupante. Por eso ahora se deben modular los mensajes. Hay que guardar un equilibrio. Piensan además que muchos de sus votantes están defraudados por el pacto que cerraron con el PSOE y que eso bastará para que les pase factura. De modo que más vale no “hacer sangre” porque tampoco les interesa que desaparezcan por si son sus socios en un futuro.

Candidato

El presidente en funciones se va a dedicar a hablar de economía y empleo. Va a reivindicar su gestión. Quiere destacar las cosas buenas de España. Por eso, su lema “A favor” es toda una declaración de intenciones. Él no quiere enfrentamientos, polémicas, ni hablar de corrupción. Aunque una de las primeras fotos que se va a hacer en esta campaña, el sábado que viene, es con el presidente de Murcia, a quien la Guardia Civil pide que se le impute por Púnica…

En cualquier caso para las preguntas incómodas están sus vicesecretarios. Para eso los designó, para responder ante la Operación Púnica, la renuncia del ministro José Manuel Soria o Rita Barberá. Para algunos de sus compañeros de partido están sufriendo tal sobrexposición que se están “quemando”. Hay quien apunta que empiezan a padecer el “síndrome Floriano” porque como él tienen que dar la cara, a veces defendiendo lo indefendible sin tener todos los datos. Eso les ocurre, sobre todo, con Bárcenas. Ni Maillo, ni Casado, ni Levy, ni Maroto conocen al extesorero. Pero forma parte de su pasado. Es su herencia recibida. Y cada dos por tres tienen que salir a dar explicaciones de una etapa que ellos ni vivieron.

Rajoy desea presentarse como un hombre de Estado. Ahora presume de liderazgo. Al final repite al frente y nadie le ha rechistado en el PP. De hecho los que le criticaron por no presentarse a la investidura y por su inmovilismo, han terminado reconociendo su capacidad de resistencia.