"Cataluña no debe subestimar las consecuencias de una declaración unilateral de independencia"

Bruselas

“Una declaración unilateral de independencia podría convertir a Cataluña en otro Chipre. Chipre del Norte, territorio europeo pero sin derecho siquiera a participar en el programa Erasmus”, asegura Bruno Coppieters que cree que en el debate catalán se subestiman las consecuencias de una independencia unilateral.

"Las autoridades catalanas no estarán reconocidas ni por España ni por la Unión Europea (UE). Como en Chipre, el territorio formará parte de la UE pero las autoridades de la parte norte de la isla no están reconocidas ni por Chipre ni por la UE lo que implica que las Universidades de Chipre del Norte no participan en los intercambios Erasmus".

Bruno Coppieters no está a favor ni en contra de la independencia. Es el jefe del departamento de Ciencias Políticas en las Universidad Libre de Bruselas, sección flamenca y su trabajo consiste en analizar conflictos de este tipo. Co-autor del informe de la ONU sobre Georgia, sabe que no hay que banalizar las consecuencias de un pulso parecido ya que "en todos estos conflictos se ha mantenido el respeto a la voluntad del estado central contra el escindido" y él no cree que España esté dispuesta a negociar como lo hizo el Reino Unido en el caso de Escocia.

"No creo que para España, enfrentada a una declaración unilateral de independencia, sea posible dar por perdida la batalla y reconocer la perdida de Cataluña y su independencia como hizo con los países de América del Sur o con los Países Bajos en el pasado. Esto hoy exigiría una transformación de identidad política que no es realista".

Por esto, este experto en resolución de conflictos, mantiene que todo, también los Erasmus, serán un infierno cotidiano. Un pulso que en Bruselas se empieza a percibir con el rechazo de las instituciones a recibir al presidente Puigdemont este pasado mayo o con la interrupción del embajador español ante Bélgica de la reunión que con el ministro belga de Exteriores mantenía dentro del ministerio belga en julio del 2015 el aún presidente Artur Mas. Ejemplos que, a su entender, demuestran que "todo se convertirá en un problema".

"Erasmus, por ejemplo, se convertirá en un problema fundamental, como las inversiones, porque aunque todo el mundo -la Unión Europea, las Universidades…- desearán que el conflicto se minimice, eso no quiere decir que pueda evitarse y se convertirá en un tema de batalla política con argumentos jurídicos constantes".

Autor de muchos artículos sobre el conflicto del Cáucaso, Bruno Coppieters insiste: "Los estudiantes de Abjasia tampoco pueden participar en nada porque al inscribirse al Erasmus hay que indicar una nacionalidad y la suya no está en la lista", explica. Precisando que "hay una universidad de Transnistria que podrá incorporarse al Erasmus pero sólo porque Moldavia ha aceptado".

La excepción es Taiwan porque "China no considera los temas culturales ni comerciales como un problema mientras se deje constancia entre paréntesis de que Taiwan es China". Aunque este no es un conflicto de secesión sino "una historia de guerra civil en la que China no fue capaz de invadir Taiwan protegido por los Estados Unidos".

“Secesión es Kosovo”, admite. Pero fija la diferencia clave entre la situación de Serbia y la española en la guerra de los Balcanes: "Serbia fue derrotada militarmente por la OTAN y, hoy, su mayor o menor integración en la UE depende de su aceptación de un Kosovo fuera de su influencia". O sea que la UE puede proponer el reconocimiento de un pasaporte kosovar alegando razones de seguridad, como es el caso ya, "sin que Cataluña pueda ver en el gesto un precedente válido para ella".

Bruno Coppieters sabe de lo que lo habla: "Una declaración unilateral quiere decir ruptura, quiere decir conflicto y no se pueden subestimar las consecuencias de esto, al menos basándonos en casos similares".