'La sonata del silencio': producción de calidad con tufo a folletín
Os contamos las claves de la nueva apuesta de TVE tras visionar el primer capítulo
Vitoria
No es fácil adaptar una novela de éxito en la pequeña pantalla, y menos si el recuerdo de El tiempo entre costuras vaga todavía por la mente de los espectadores. Hay que dejar claro desde ya la intención de TVE por apoderarse de su particular adaptación literaria y convertirla en la ficción del año. ¿Lo consigue?
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La televisión pública dio este lunes el pistoletazo de salida de la octava edición del FesTVal de Vitoria con el estreno de La sonata del silencio, un drama romántico de época basado en la novela homónima de Paloma Sánchez-Garnica. El Teatro Principal de la ciudad se vistió de gala para recibir a los protagonistas de la serie y visionar el primer capítulo de esta producción que consta únicamente de nueve capítulos. Cadena SER ha tenido la oportunidad de estar en el estreno y estos son los pros y contras de la nueva ficción de TVE.
Cine negro a trompicones
La sonata del silencio se centra en Marta (Marta Etura), una mujer con un futuro prometedor, pero que por las circunstancias de la vida se ve obligada a trabajar para la salir adelante, exponiéndose así a las murmuraciones de los vecinos, a la indignación de su marido (Daniel Grao) y los celos de Rafael (Eduardo Noriega). Esta breve sinopsis podría hacer creer a cualquiera que La sonata encajaría dentro del pack de tarde que ofrece La 1 junto a Acacias 38 y Seis hermanas. Nada que ver.
A pesar de su estatus de drama romántico, La sonata del silencio bebe (desesperadamente) del cine negro más puro acogiéndose convenientemente al drama de la época para cautivar al espectador lacrimógeno. Este género necesita sus tiempos y este capítulo piloto no los respeta. El primer episodio intentar acelerar de una manera vertiginosa los acontecimientos para llegar al punto de encuentro en el que se desarrolla la verdadera historia. Han querido dotar al capítulo de tanto ritmo que llega un punto en el que la historia se ve perjudicada y pierde su propio compás.
La materia prima es buena pero insuficiente
El toque thriller junto a la crudeza de la época son dos piezas suficientes para enganchar al espectador. Sin embargo, el tratamiento en este caso no le hace ningún favor. La sonata del silencio se traslada a una sociedad a finales de los 40, una época un tanto oscura para nuestro país. Aunque la estética está gratamente conseguida y los personajes están bien dibujados, se intenta reflejar una sociedad machista a la fuerza, sin ningún tipo de delicadeza, y esto hacer perder credibilidad a la narración.
Sira Quiroga solo hay una
Lo bueno de hacer una serie cerrada es que puedes echar mano de algunos incondicionales del cine, como Marta Etura y Eduardo Noriega. Los dos, junto a Daniel Grao, cargan con el peso de la serie. Menos mal que los secundarios dan el do de pecho para sacar la función adelante. Dejando a un lado la sobriedad interpretativa de Noriega y el poco provecho que puede sacar Grao de un personaje que se pasa todo el primer capítulo tosiendo, hay que conformarse con una Marta Etura que da el pego. La actriz tiene presencia escénica, pero no brilla como tal, lo que le impide llevarse a casa el título de la nueva Sira Quiroga (Adriana Ugarte) de la televisión.
Nada que ver el plantel actoral de secundarios. Después de verlo absorbido por la comedia más estándar, Fran Perea sorprende gratamente como actor dramático, interpretando a un hombre sin escrúpulos muy afín a los tiempos que corrían por aquel entonces. También promete Claudia Traisac en un papel que le va como anillo al dedo, aunque pierde credibilidad en ciertos momentos por hacer de hija de Marta Etura. Visualmente, la relación madre e hija, es un gran no.
Especial mención a Lucía Jiménez por un personaje muy agradecido que aporta ese toque chismoso a veces tan necesario para liberar tensiones.