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Análisis

Auge y caída de 'Operación Triunfo': la cara más amarga de 'OT: El reencuentro'

La gira televisiva de los 'triunfitos' acaba abriendo la caja de Pandora

Nuria Fergó, Manu Tenorio y Natalia en 'El Hormiguero' / Atresmedia (ATRESMEDIA)

Madrid

La nostalgia es ese sentimiento tan contradictorio que a veces, y solo a veces, nos deleita con grandes sorpresas. Regresos inesperados. OT: El reencuentro ha demostrado 15 años después que el fenómeno Operación triunfo está muy vivo, tanto que la audiencia ha vuelto a rendirse de nuevo a los 16 concursantes de esa primera edición del talent musical.

Tres exitosos documentales y un multitudinario concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona son una muestra del cariño que sigue sintiendo el público por los que en su día solo eran jóvenes promesas. Pero remover el pasado siempre trae consecuencias y más si el panorama televisivo actual dista mucho del que por aquel entonces gozaron los protagonistas de OT 1.

A pesar de que la iniciativa OT: El reencuentro servía para homenajear y celebrar los 15 años del formato, las cadenas de televisión han aprovechado el filón de esta “segunda era” para exprimir este efímero éxito y, de paso, desvirtuar esa idílica imagen que los espectadores tenían del talent de TVE. Eso sí, los propios protagonistas se han prestado a eso.

El fenómeno OT ha resurgido de sus cenizas, pero ha traído consigo todos esos fantasmas del pasado que quedaron ocultos en la archiconocida Academia. Llámese fantasmas, rivalidades o celos profesionales. Lo cierto es que algunos de los concursantes de la primera temporada de Operación triunfo han aprendido la lección y no han dudado ni un solo momento en sacar tajada de este repentino triunfo. Mientras aprovechan esta fama pasajera para darle un empujón a sus carreras profesionales (o no), algunos de los extriunfitos han decidido emprender un tour por todas las cadenas de televisión sin precedentes. Todo muy lícito.

Pero las reglas del juego han cambiado. Las cadenas no van a permitir que estos artistas se promocionen sin pagar un precio a cambio. Y precisamente ese precio es hablar de todos esos recuerdos que hasta ahora habían permanecido bajo secreto de sumario. Los secretos de OT.

La "cobra" eclipsa todo un concierto

Es cierto que los concursantes han sabido guardar la compostura, en mayor o menor medida. Sin embargo, programas como El Hormiguero, Sálvame, Hora punta o Hazte un selfie se han encargado de desvirtuar todo ese fenómeno social, ensuciando la imagen de un formato que hasta día de hoy gozaba de ese adjetivo que tanto les gusta utilizar en Antena 3 o TVE: “blanco”.

Sin quererlo, han vendido unas miserias que estaban envueltas en esa capa bucólica de nostalgia. En Hora punta, Javier Cárdenas le hizo una encerrona en toda regla a Juan Camus al atribuirle un romance con un profesor de la Academia; en el programa de Pablo Motos se ridiculizó de una forma evidente la cobra de Bisbal a Chenoa con un debate al que accedieron participar Natalia, Manu Tenorio y Nuria Fergó; en El programa de Ana Rosa o Cazamariposas también han intentado fomentar los supuestos malos rollos de la primera generación OT

El fenómeno toca fondo en 'Sálvame'

Pero nada que ver con el bochornoso espectáculo que se vivió este viernes en Sálvame Deluxe. La entrevista “en profundidad” a Carlos Lozano sobre cómo se había sentido después de que no contarán con él para OT: El reencuentro o el coloquio con Javián, Verónica y Mireia fueron los platos fuertes del programa de Telecinco.

Lo verdaderamente lamentable fue cuando Alejandro Abad, productor del himno de Operación triunfo (Mi música es tu voz), irrumpió en plató para atribuirse la autoría de la canción. No sin antes desprestigiar y enturbiar todo lo relacionado a Operación triunfo 1. Todo eso ante la atenta mirada de esos tres artistas que en su día trabajaron con él.

Tres artistas que, como el resto de la audiencia, asistían perplejos al clímax de estas tres semanas de omnipresencia televisiva de OT. Un lamentable espectáculo que, lejos de tener fin, acababa con una invitación al Polideluxe, terminando de culminar la transformación de este renacido fenómeno social, nostálgico y “blanco” en un gran juguete roto al que explotar hasta que pase el boom. La historia se repite, 15 años después, pero se acaban las excusas.

 
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