Muere Gil Parrondo, director artístico ganador de dos Óscar

Madrid

A Gil Parrondo le gustaba que le llamaran decorador más que director artístico. Ganó dos Oscar de Hollywood por Patton y Nicolás y Alejandra y tiene una tercera “nominación” por Viajes con mi tía. “No podría vivir sin hacer lo que hago. En realidad es lo único que sé hacer”, confesó en una entrevista con motivo de su aniversario.

Manuel Gil Parrondo nació en Luarca, Asturias, y quería ser pintor. “Fui a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y tuve unos profesores maravillosos como Daniel Vázquez Díaz, el genial pintor de Huelva”, recuerda. Pero el cine se cruzó en su vida y abandono la pintura. “En el año 1935 veía las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers, sobre todo Sombrero de Copa,y los decorados me parecían maravillosos. ¡Ginger Rogers era tan guapa y bailaba tan bien!”, dice con nostalgia.

“Antes de la guerra hice también una visita a los estudios de cine de Aranjuez y vi los decorados de un italiano llamado Fernando Mignoni que trabajaba para el director Benito Perojo y a partir de ahí yo necesitaba ser decorador. Después de la guerra comencé a trabajar y ya no he parado nunca”.

A lo largo de más de 60 años de profesión Gil Parrondo ha diseñado los decorados para algunos de los más grandes directores de la historia del cine. “El mejor recuerdo que guardo es de Nicholas Ray”, dice. “Yo le admiraba mucho. Era encantador. Trabajé con él en Rey de Reyes y 55 días en Pekín. Con Henry Hathaway, en cambio, con el que colaboró en El fabuloso mundo del circo,no se entendió bien. “Era un gran director de cine. Había hecho Tres lanceros bengalíes que fue un gran éxito en todo el mundo pero era un hombre complicado y tenía un carácter horrendo”. También trabajó a las órdenes de Orson Welles en Mr. Arkadin.

“El primer encuentro que tuve con él fue muy especial. Estaba alojado en el Hotel Palace de Madrid, y me hicieron esperar en una sala. Al otro lado de la puerta oía a Orson Welles dictar cartas. Yo cada vez me sentía más pequeño. De repente se abrieron las puertas correderas y apareció Welles vestido con una bata roja de terciopelo. ¡A mí me entró un miedo! Quería salir corriendo del Palace y huir hasta no sé dónde. Me dijo: ¿Tiene usted papel y lápiz? Hágame el interior de una pensión de una pequeña ciudad de Centroeuropa. Yo lo hice, él miró el dibujo, llamó al productor que estaba al otro lado de la puerta y le dijo: ¡Qué lo contraten! Y me contrataron. Luego en la película lo pasé regular”.

Gil Parrondo recuerda con especial cariño al productor Samuel Bronston que se estableció en España a mediados de los años 60 y produjo películas como El Cid o La caída del Imperio Romano. “Es una época gloriosa. Siempre le estaré agradecido”, dice. “Gracias a él los profesionales españoles tuvimos el gran privilegio de trabajar con actores, directores y técnicos de primera clase. Fue como una escuela de cine maravillosa”.

Gil Parrondo no pudo acudir a Hollywood para recoger ninguno de los dos Oscar de Hollywood que obtuvo por su trabajo en Pattony enNicolás y Alejandra. “Estaba trabajando. Además, las fiestas y los estrenos no me gustan. Yo soy un poco raro para esas cosas pero soy feliz así”.

El mejor director artístico que ha dado el cine español defiende su trabajo artesanal frente a las modernas tecnologías que imperan ahora. “El Foro que hice para La caída del Imperio romano es, con todos mis respetos, de lo mejor que se ha hecho. Lo hicimos con mucho rigor. ¡Con las cuadrigas subiendo por esas rampas y esos templos con columnas enormes! No había ni una sola maqueta. Todo eso me llena de orgullo. En cambio. las películas modernas americanas con todos esos aparatos diabólicos, no las quiero ver, no he entrado en ellas. Me da un poco de vergüenza decirlo pero es así. Yo solo necesito mi lápiz, mi papel, mis escuadras...”