Tristana, la feminista de Galdós, en el Teatro Fernán Gómez

Madrid

"Yo quiero vivir y ser libre. Quiero ser algo en el mundo, cultivar un arte, vivir de mí misma... Quiero tener una profesión" Actual ¿verdad? Pues es un fragmento que escribió Benito Pérez Galdós en 1892. Así hacía a hablar a Tristana, una heroína que recupera el Teatro Fernan Gómez de Madrid hasta finales de febrero.

Alberto Castrillo-Ferrer dirige esta adaptación de Eduardo Galán para de una historia adelantada a su tiempo. “Nosotros hemos apoyado el trabajar la esencia teatral, quien venga a ver esta Tristana va a ver una obra de teatro, no va a ver una novela adaptada. Para mí podría ser un Chejov a la española”, explica Castrillo. Y es que la psicología de los personajes es central en la obra. Huyen de los clichés, son complejos, a veces incluso contradictorios.

Olivia Molina se sube a las tablas como Tristana. “Se deja llevar por su necesidad de conocer, de vivir el amor libre, de permitirse soñar con una manera nueva de familia, también con la idea de ser independiente… Está siendo un viaje delicioso y muy intenso”, señala Molina.

Tristana, huérfana desde niña, es adoptada por Don Lope, un personaje que juega entre el paternalismo y la seducción y que interpreta Pere Ponce. “Don Lope es un Don Quijote y, a la vez, un Don Juan; tiene un código de honor muy calderoniano pero, al mismo tiempo, es un hombre liberal… Es el seductor que acaba siendo seducido por Tristana”, apunta Ponce.

Completa este triángulo amoroso Alejandro Arestegui en el papel de Horacio, un pintor bohemio de doble moral; parece liberal pero no es capaz de gestionar las inquietudes de Tristana: “Lo más bonito es que ella no es consciente de lo revolucionario de sus ideas, ella quiere vivir sola, quiere cultivar su arte, quiere que estar con Horacio a ratos, quiere que su hijo lleve su apellido… Era algo transgresor, incluso extravagante, en la época”, enumera Molina.

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Y como testigo de todas las idas y venidas encontramos a Saturna, criada de Don Lope. Un papel que interpreta María Pujalte: “Es un apoyo para Tristana, además es una representación de lo social en la historia; es una mujer que está en la verdad de la vida, en la practicidad de las cosas…”, define Pujalte.

Unos personajes que ya llevo a la gran pantalla Buñuel en 1970. En aquella ocasión, estuvo protagonizada por Fernando Rey en el papel de don Lope y una jovencísima Catherine Deneuve en el papel de Tristana. Una cinta que fue candidata al Óscar de Hollywood por Mejor Película de habla no inglesa. Esta es una nueva versión con algo en común: el ritmo. “La obra tiene un punto cinematográfico en la puesta en escena; hemos intentado que las transiciones sean rápidas, que haya una ligereza, que pasemos de pasión a pasión sin retardo”, explica el director, Alberto Castrillo.

Y entre pasión y pasión todo redunda en el mismo tema: la igualdad de la mujer en un mundo de hombres. Y es que ya escribía Pérez Galdós a través de su personaje en la obra: “Ya sé que es difícil eso de ser libre… y honrada. ¿Y de qué vive una mujer no poseyendo rentas? Si nos hiciéramos médicas, abogadas, siquiera boticarias o escribanas, ya que no ministras y senadoras, vamos, podríamos… Yo quiero vivir, ver mundo y enterarme de qué y para qué nos han traído a esta tierra en que estamos. Yo quiero ser vivir y ser libre (…) Quiero ser algo en el mundo, cultivar un arte, vivir de mí misma… Quiero tener una profesión”. Temas, tristemente, perennes: “En verano, mientras preparábamos todo llegó a mis manos la portada de un periódico dedicada a Michelle Obama con su eslogan Dejad que las niñas aprendan… Y dije es que esto es Tristana”, recuerda Castrillo.

Tristana es la Ana Karenina o la Madame Bovary española; pero también Clara Campoamor o Michelle Obama. Tristana más que una chica es un movimiento, un grito perenne que hoy reivindica a las mujeres, tan alto y claro como hace dos siglos.