Penitencia, perdón y furia en el Prado
El Museo del Prado publica 'El perdón y la furia', un cómic de Altarriba y Keko inspirado en la obra de Ribera
Madrid
En 1632, José de Ribera, el Españoleto, recibe el encargo de pintar las Furias, cuatro cuadros que representan los cuatro grandes supliciados de la mitología clásica, símbolos del dolor y el sufrimiento. Pero sólo se conservan dos, Ticio e Ixión.
"La primera frase que aparece en el cómic es", explica el guionista y escritor Antonio Altarriba, "falta Sísifo. También falta Tántalo. ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde están esos cuadros? ¿Cómo se pintaron? ¿Cómo han desaparecido?"
Son las preguntas que conforman el hilo argumental de 'El perdón y la furia', un cómic de los autores de 'Yo, asesino', Altarriba y Keko, que trasladan a viñetas el universo de Ribera para contar la historia de un profesor de universidad llamado Osvaldo, empeñado y obsesionado por descubrir el misterio de la desaparición de los dos cuadros, un viaje violento y cruel por la oscuridad, la redención y el dolor, la penitencia, el perdón y la furia.
El cómic, dice el escritor, "tiene mucho de thriller, de obsesión personal, hay crímenes y una trama que podríamos considerar policiaca, pero es sobre todo la obsesión de un profesor intrigado por uno de los grandes misterios que rodea la obra de Ribera".
En 'El perdón y la furia', Keko dice haberse 'subido' al torreón en el que se recluye el protagonista de la historia, para "convertirse en él", y confiesa que al principio tuvo dudas acerca de si en el Museo aceptarían bien "una historia tan violenta y cruel, en la que iba a haber asesinatos", en tiempos de tanta corrección política.
El dibujante usa su habitual gama cromática de negro, blanco y rojo y traslada el universo de Ribera a las viñetas en el tratamiento de la luz y las posiciones de los personajes que aparecen.
Esta es la segunda vez que el cómic entra en el Prado tras 'El tríptico de los encantados', de Max, en una apuesta del Museo por hacer de sus obras un punto de partida para la reflexión desde la creación contemporánea. Un diálogo natural en opinión de Altarriba, que cree que "un cuadro tiene alma de viñeta... y una viñeta tiene alma de pintura".