Fue la primera vez que la militancia del PSOE eligió al candidato para las elecciones generales. Felipe González había abandonado la secretaría general del PSOE tras la derrota contra José María Aznar en 1996 y le cedió el testigo a Joaquín Almunia, que se presentó a las primarias como el candidato del «aparato» de Ferraz. Finalmente, se impuso contra pronóstico Josep Borrell, que terminó dimitiendo 13 meses después. El que se presentó a los comicios de 2000 como cabeza de cartel fue Almunia, que cosechó el peor resultado del PSOE hasta el momento: Aznar consiguió mayoría absoluta con 183 escaños. En esta ocasión también perdió el candidato oficialista que apoyaba el por entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Ferraz presentó a Trinidad Jiménez como candidata para hacer frente a Tomás Gómez y tratar de arrebatarle la secretaría general del Partido Socialista de Madrid. Los líderes del partido (el por entonces vice secretario general del PSOE, José Blanco, y el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, entre otros) dieron su apoyo públicamente a la ministra de Sanidad. Zapatero pidió a Gómez que se retirara de la batalla, pero no lo hizo. Terminó imponiéndose a Jiménez y se enfrentó a Esperanza Aguirre en las elecciones autonómicas de 2011. Se volvió a cumplir el guion. Nueva derrota del candidato promovido por el «aparato» del partido, que en este caso era Eduardo Madina. Pedro Sánchez contaba con el apoyo de los principales barones (que habían apostado por que Susana Díaz se presentara como candidata) y terminó imponiéndose en 11 de las 17 comunidades. En Andalucía arrasó con más de un 61% de los votos, frente al escaso 23% que consiguió Madina. Sánchez perdió 20 escaños en las elecciones de 2015, aunque consiguió evitar el sorpasso de Podemos.