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Internacional
Donald Trump

Europa, fin de etapa

Los primeros 100 días de Donald Trump en la Casa Blanca han servido para certificar el comienzo de una nueva era en la relación entre Estados Unidos y la Unión Europea

El presidente estadounidense Donald Trump y la canciller alemana Angela Merkel, se saludan tras la rueda de prensa conjunta organizada en la Casa Blanca el pasado 17 de marzo de 2017. / Cheriss May/NurPhoto (Getty Images)

El presidente estadounidense Donald Trump y la canciller alemana Angela Merkel, se saludan tras la rueda de prensa conjunta organizada en la Casa Blanca el pasado 17 de marzo de 2017.

Madrid

La relación transatlántica, entendiendo por tal su núcleo central, Estados Unidos y Europa, ha demostrado su solidez durante las últimas siete décadas, y suficiente fortaleza como para soportar tensiones y diferencias durante un tiempo prolongado. Con ocasión del estallido de la crisis financiera en 2007 se ha puesto de manifiesto la interdependencia entre ambos socios, no solo en cuanto a las repercusiones negativas en lo económico y lo social, sino en cuanto a la necesidad de superarla mediante una mayor coordinación y grandes acuerdos de gobernanza global en todos los ámbitos.

En lo económico, la interdependencia transatlántica ha continuado incrementándose, y de manera exponencial en relación a las economías emergentes (BRICS). Así lo indican la cifras disponibles en 2016: una acumulación del 35 % del PIB mundial en términos de paridad de poder de compra; un 25 % de las exportaciones globales y de un 30 % de importaciones; una inversión extranjera directa de EE. UU. con destino Europa del 60 % (por un 16 % hacia Asia- Pacífico); más de 15 millones de empleos entre directos e indirectos generados entre ambas orillas; una conexión estrecha de empresas estadounidenses y europeas e intracomercio entre filiales; interconexión de bancos, servicios financieros, flujos de tecnología o conexión digital. Y por supuesto, en lo politoestratégico, unos destinos entrecruzados y visiones compartidas sobre el orden mundial e instrumentos como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ahora bien, en el periodo de estudio que abarca este capítulo –el tramo final del segundo mandato del presidente Barack Obama, con las elecciones en noviembre de 2016, la posterior victoria de Donald Trump, y el consiguiente cambio de Administración el 20 de enero de 2017– las relaciones transatlánticas pasaron del business as usual a convertirse en un foco de considerable tensión y de incertidumbre. El periodo se caracteriza al principio por una tensa calma, una situación de impasse típica de un año de elecciones presidenciales en EE. UU. de la que cabe destacar lo siguiente. Primero, un bloqueo en asuntos como el Tratado Transatlántico de Inversión y Comercio (TTIP); algunas turbulencias en las relaciones con Rusia (sanciones y seguimiento de acuerdos de Minsk II en Ucrania, o el deterioro de la guerra en Siria y el papel de Al Assad). Segundo, cierta continuidad en la cooperación con la Alianza Atlántica. Hubo además novedades en Oriente Medio y el Golfo Pérsico, donde se alcanza un histórico acuerdo con Irán para uso civil de la energía nuclear: el Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA) con presencia de la UE –el P5 + 1– en julio de 2015, y se redoblan los bombardeos a posiciones del autodenominado ISIS en Siria e Irak por parte de la coalición de países liderados por EE. UU., incluyendo los aliados europeos.

Sin embargo, esa situación de espera se fue enrareciendo durante la campaña electoral norteamericana, en la que se pone de manifiesto el euroescepticismo de Trump, sus críticas a la OTAN, sus devaneos con líderes populistas como Nigel Farage (UKIP), y su apoyo al brexit, y estalla definitivamente tras su triunfo y toma de posesión como el presidente número 45 de Estados Unidos. Las fuertes corrientes populistas internas gestadas durante el mandato de Obama, resultado del descontento de parte de las clases medias más golpeadas por la globali- zación (la deslocalización y la inmigración) en estados del Medio Oeste y del Sur, llevaron a la Casa Blanca a un outsider. Al final, las pulsiones populistas y nacionalistas han terminado invadiendo el ámbito de la política exterior norteamericana y por extensión muy especialmente las relaciones con el principal socio de Washington: la Unión Europea.

Este texto forma parte del capítulo dedicado a la relación EEUU - UE en el Informe Sobre la UE 2017 que la Fundación Alternativas presenta el próximo 11 de mayo

 

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