Jeremy Corbyn, el candidato inesperado
El diputado que se convirtió por casualidad en el líder del partido es un tipo comprometido que fue vigilado durante 20 años por la Unidad Especial de Scotland Yard
Madrid
Jeremy Corbyn ha sido un corredor de fondo en el mundo de la política, pero siempre desde un segundo plano, más interesado en la lucha por las causas en las que creía que en los focos que pudieran iluminarle. Quizá por ello es paradójico que haya terminado situado en la primera línea de la batalla electoral en Reino Unido, cuando ni siquiera en las filas más visibles de su partido, el Laborista, han mostrado mucha confianza en la figura de Corbyn.
Nacido en mayo de 1949, hijo de unos padres que se conocieron participando en manifestaciones pacifistas a favor de los republicanos españoles una vez estalló la Guerra Civil. Tras un intento fallido por seguir estudiando, con 19 años se fue a Jamaica donde trabajó como profesor voluntario, y adquirió uno de sus rasgos más identificativos hasta la fecha, la barba.
Afiliado a las Juventudes Socialistas en tiempos escolares, inició su camino en política a través del activismo sindical, hasta que en 1983 fue elegido miembro del Parlamento británico por la circunscripción de Islington North, puesto que mantuvo durante 32 años.
La lista de causas a las que se ha adscrito es larga, comprometida y fruto de un trabajo incansable: defiende el desarme nuclear, fue detenido en 1984 por participar en una protesta prohibida contra el apartheid, es defensor desde los años 80 de los derechos de los homosexuales, y apoya al pueblo palestino, entre otros ejemplos. Además, desde que tiene 20 años es vegetariano, tras convertirse en un firme defensor de los derechos animales tras trabajar en una granja.
Situado en el ala más a la izquierda del laborismo, se dice que siempre ha votado en conciencia, alejado de los dictados del Partido, y prueba de ello son las más de 500 veces que ha roto la disciplina de voto. Convertido en uno de los miembros más díscolos de la formación, fue un firme opositor de la invasión de Irak en 2003 respaldada por Tony Blair, y formó parte de “Stop the war coalition”, organización que convocó las masivas manifestaciones en Londres contra la guerra.
Alejado del centrismo promovido por Blair, su apuesta por encabezar el Partido Laborista se podría considerar una anécdota de resultado inesperado. Tras los desastrosos resultados electorales obtenidos por Ed Miliband en 2015, Corbyn presentó una candidatura que consiguió salir adelante con las nominaciones casi por caridad de 35 de sus compañeros y dos minutos antes del final del tiempo establecido. Sin verdaderas aspiraciones, Corbyn aseguró que se presentaba para “ampliar y generar debate” en un maltrecho Partido Laborista que observó atónito como aquel miembro rebelde de ideas un tanto radicales se convertía en el líder indiscutible de la formación con el 59,5% de los votos, a más de 40 puntos del segundo candidato.
Pero menos de un año más tarde, aquella victoria estuvo a punto de truncarse tras el triunfo del brexit, cuando desde las filas laboristas se criticó la tibieza con la que había defendido la permanencia en la Unión Europea. Tras la dimisión de más de la mitad de los miembros de su gabinete a la sombra y sometido a una moción de confianza, Corbyn revalidó su liderazgo incluso acaparando más votos que la primera vez, un 61,8%. Su vida dedicada a las causas sociales, la percepción de compromiso e integridad, y su imagen, le convirtieron en un favorito para muchos votantes de izquierdas, así como para los jóvenes, y ha llegado a duplicar el número de afiliados al partido. Además, gracias a su cercanía al votante ha conseguido sumar puntos a su favor.
Como curiosidades, podemos destacar que es seguidor del Arsenal, que apenas bebe alcohol, que le gusta correr, montar en bici y jugar al cricket, que no tiene coche y que habla español de manera fluida. Y que, aunque defiende el fin de las políticas de austeridad, en su vida diaria apuesta por todo lo contrario: es el parlamentario que menos gastos suele realizar.
Por cierto, y como último dato, según un reportaje de The Daily Telegraph, Jeremy Corbyn fue vigilado durante 20 años por la Unidad Especial de Scotland Yard, durante el período de Margaret Thatcher y hasta el año 2000, al ser considerado un “subversivo”, una potencial amenaza contra la democracia parlamentaria.