Gaza, tierra de desolación
Diez años de bloqueo israelí y las divisiones internas palestinas están haciendo estragos entre los dos millones de habitantes de Gaza, cada día más pobres, aislados y desesperanzados
Gaza
"En Gaza vivimos en una prisión enorme, en una especie de campo de concentración, con la diferencia de que la gente se mueve libremente por dentro: va al mercado, al café… Una aparente sensación de vida normal pero sin hacer ningún plan. Porque mañana o la semana que viene todo se puede interrumpir", explica Salah El Sousi, experimentado profesor universitario de Farmacia en Gaza.
GAZA, TIERRA DE DESOLACIÓN
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Tras diez años de bloqueo y tres años después de la última guerra entre Israel y el movimiento islamista Hamás, que tiene las riendas de la franja, en Gaza la situación empeora cada día. El discurso se repite en boca de sus habitantes: Falta trabajo, electricidad, agua corriente, materias primas, salarios… pero sobre todo faltan esperanza y libertad.
La gente se mueve libremente por dentro: va al mercado, al café… Una aparente sensación de vida normal pero sin hacer ningún plan. Porque mañana o la semana que viene todo se puede interrumpir.
Un informe publicado recientemente por el Programa de Desarrollo de la ONU (UNPD) muestra números que hablan por sí solos: el desempleo entre los jóvenes de Gaza supera el 60%, un 80% de sus dos millones de habitantes vive gracias a la ayuda humanitaria, el sector privado de Gaza está maniatado por el bloqueo, el crecimiento de la franja ha sido del 1% anual en la última década, mientras que su población ha crecido un 37% en ese mismo periodo.
La sensación de ahogo que se respira en cada rincón de Gaza hace estragos entre los jóvenes, desesperados ante la falta de libertad y perspectivas profesionales e impotentes al comparar, gracias a las redes sociales, su vida con la de otros chicos de su edad en otras partes del mundo.
"Dejamos de soñar porque no podemos hacer nada, cada vez que tenemos un proyecto, sólo cosechamos frustración porque no podemos llevarlo a cabo. Yo no hago más planes, sólo pienso en mañana o en la semana que viene porque no sé qué pasará en Gaza mañana, si habrá una guerra y moriré, si nos veremos todos arrastrados por las batallas políticas internas", explica Farah Baker, universitaria de 19 años.
La joven es muy activa en las redes sociales. Durante la última guerra con Israel en 2014, Farah comenzó a enviar mensajes en Twitter explicando su miedo y lo que veía desde la ventana de su casa, frente al hospital Al Shifa de Gaza. Desde entonces la siguen miles de personas en todo el mundo. "Las redes sociales son mi única manera de trasladarme fuera de Gaza, aunque sea virtualmente", explica.
Gaza tiene dos puertas. Israel controla la del norte y Egipto la del sur, que lleva más de tres meses cerrada. Israel concede permisos de salida a cuentagotas: principalmente a personas mayores de 50 años, enfermos y trabajadores de organizaciones internacionales y tiene el aval de la institución.
Esto hace que haya jóvenes de Gaza que llegan a los 30 años sin haber puesto un pie fuera de los 360 km2 de superficie de Gaza.
Fatma Zuaiter, profesora de Quimica en una escuela de la ONU en Gaza, lleva desde diciembre esperando una autorización para poder acudir a un hospital de Jerusalén donde recibiría la quimioterapia que necesita para frenar su cáncer de colon. Israel le ha denegado el permiso siete veces y Hamás otras tres. En su caso, el tiempo apremia.
"Me dicen que es por razones de seguridad. No sé nada más. Dentro de 15 días volveremos a intentarlo porque el tratamiento que necesito no existe en Gaza. Tengo que salir", explica desde su cama del hospital Al Rantissi de Gaza.
El severo bloqueo que Israel impone desde hace diez años, cuando Hamás asumió el poder en la franja, aísla a Gaza del resto del mundo pero también del resto de palestinos de Cisjordania y Jerusalén y para analistas palestinos pone fin poco a poco al proyecto palestino de tener su propio Estado.
La sensación en Gaza es que la solución está demasiado lejos y el tiempo apremia. La ONU afirma que la franja será un lugar inhabitable en 2020.
En este momento, la franja de Gaza vive un verano especialmente duro por la falta de electricidad. Los dos millones de habitantes de la franja disfrutan de unas cuatro horas de electricidad al día. La electricidad que Gaza recibe procede de Israel, Egipto y cuando hay combustible de su propia central eléctrica. De los 450 megavatios diarios que necesita la franja, en este momento no se reciben ni 100. La crisis eléctrica no es nueva, pero se ha visto incrementada por las desavenencias entre Hamás y los dirigentes palestinos de Ramallah, que no quieren seguir pagando la factura eléctrica de la franja. Los hospitales, instituciones públicas y familias pudientes cuentan con generadores mientras que los gazatíes más modestos recurren a baterías, paneles solares y viven al ritmo del precario suministro eléctrico.
"El bloqueo sobre los habitantes de Gaza se recrudece y el principal culpable es la ocupación israelí pero siento decir que también el presidente palestino Mahmud Abbas, quien con sus decisiones se hace cómplice de Israel y también contribuye a la asfixia de los palestinos de Gaza", explica Ihab Al Ghussein, un portavoz del movimiento islamista Hamás.
La sensación en Gaza es que la solución está demasiado lejos y el tiempo apremia. La ONU afirma que la franja será un lugar inhabitable en 2020.