El polaco Tomasz Marczynski (Lotto-Soudal) repitió victoria en la duodécima etapa de la Vuelta a España, entre Motril y Antequera, de 160,1 kilómetros, en la que el británico Chris Froome (Sky) mantuvo el liderato a pesar de sufrir dos caídas y Alberto Contador atacó de nuevo hasta acercarse a un minuto del podio. No hay etapas de transición en la Vuelta. Un día de fuga y persecución se tornó en un rosario de emoción y sobresaltos en los últimos 20 kilómetros, a partir del ascenso al Torcal. Allí atacó Marczynski, que abandonó la fuga para probar la gloria por segunda vez en Antequera, un doblete especial para este aventurero de 33 años afincado en Granada, «feliz por ganar en Andalucía». A 3,5 de la cima del Torcal tomó Contador la batuta para dar uno de sus recitales. Atacó en el grupo de los favoritos, abrió hueco y metió el susto en el cuerpo a sus rivales hasta el punto de aventajar al grupo de Vincenzo Nibali en 22 segundos y a Froome en 42. Traducido en la general, el español es noveno a un minuto del tercer escalón del podio. Y bajando el Torcal pasó Froome un calvario. Se fue dos veces al suelo y perdió contacto con sus rivales. En la primera rompió la rueda delantera y hubo de cambiar de bicicleta. De nuevo a perseguir. Y una segunda caída en la siguiente curva. Auténtico mal de ojo. Finalmente, remolcado por Mikel Nieve, salvó los muebles, evitando heridas peores en forma de tiempo. Y salvó la roja, que mantuvo con 59 segundos sobre Nibali y 2.13 minutos sobre el colombiano Esteban Chaves. David de la Cruz (Quick Step) no aprovechó las penurias de Froome porque no le pareció elegante. Entró con Nibali y se mantuvo cuarto y primer español a 2.16. Después de las lluvias salió el sol camino de Antequera y el calor volvió a azotar de lo lindo al pelotón. Solo 35 grados para el trayecto que incluía un final de media montaña con el Puerto de León (1ª) y del Torcal (2ª), a 17 de meta. Una jornada de transición, término que no convence a ningún corredor. En la Vuelta hay que sufrir todos los días. Motril lanzó la jornada junto al mar a toda mecha. El esfuerzo terminó con el español Jorge Arcas (Movistar) y el holandés Höfstede (Sunweb), ambos en retirada. Los ataques no se tradujeron en escapada hasta el kilómetro 50, cuando 14 corredores se despegaron del gran grupo. Allí se colaron Marczynski y los españoles Omar Fraile y José Joaquín Rojas, en busca de una tercera oportunidad. El grupo avanzado superó el Puerto del León (1ª) con una ventaja de 7 minutos, lo que dejó claro que la victoria de etapa estaba delante. Enseguida, en la subida al Torcal, junto al paraje kárstico de roca caliza Patrimonio Mundial de la Humanidad, reventó la etapa. Dos protagonistas. De nuevo el «granadino» Marczynski en acción. Su ataque en pleno ascenso le llevó hasta la meta, haciendo inútil la persecución de Omar Fraile y José Joaquín Rojas, segundo y tercero. Por detrás, y por sorpresa, Alberto Contador decidió hacer una de las suyas. Esto es, arrancó a 3,5 de la cima y se le pegó Roche. Tras reventar al irlandés, se marchó a limar tiempo en busca del podio, ahora su objetivo real. El madrileño pegó la patada en el avispero y se marchó, lo que obligó al Sky a tirar al frente, luego coronó el puerto con 15 segundos sobre los hombres del podio y del «top ten». En la bajada se juntó con su compañero belga Edward Theuns, a quien también reventó, apretó los dientes y a fondo hasta meta. Metió miedo a sus rivales. En fase de apuros llegaron los accidentes de Froome. Pies al suelo y enemigos volando. Cambio de máquina y desesperación del líder. Nadie sabe si se le pasó por la cabeza salir corriendo a pie, como en el Ventoux del Tour 2016. No fue para tanto. Contador llegó a meta aprovechando hasta el último segundo, la tropa de Nibali y Chaves a 22 y Froome a 42 del ciclista de Pinto. Fue peor el susto que las consecuencias, pero el aviso fue claro. La Vuelta no está ganada, no hay etapas de transición y Contador morirá matando.