"Es inverosímil que Bruselas pueda considerar la suspensión del referéndum como un ataque a la libertad de expresión"
Bruno Coppieters, del Departamento de Ciencias Políticas de la VUB teme que Catalunya se convierta en un "conflicto helado"

La UE no suele posicionarse sobre los asuntos internos de los estados miembros.(Getty Images)

Bruselas
Desde hace muchos meses, la Unión evita entrar en el conflicto. Su posición no se ha modificado: el caso catalán es un problema interno y la única voz que considera es la del representante del Estado miembro, es decir el gobierno de España mientras el resto calla.
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"Tanto los medios como los gobiernos están ausentes, considerando el conflicto un problema interior", constata Coppieters, experto en resolución de conflictos y para el que Catalunya se enfrenta al riesgo de convertirse en un "conflicto congelado, en el que no haya ningún avance y en el que cada uno refuerce sus propias posiciones hasta llegar a la confrontación".
Coautor del informe de Naciones Unidas sobre Georgia, Bruno Coppieters recuerda que aquel fue un conflicto con momentos muy trágicos pero "con soluciones ausentes". Una comparación que le sirve para considerar "inquietante a nivel de la UE la ausencia de voces que expresen preocupación".
Bruselas no está por la ruptura, tampoco las grandes capitales que garantizan al gobierno español su condición de miembro de la Unión, "la posición institucional es a favor de España, a favor del status quo, contra la ruptura, contra movimientos unilaterales de independencia", nos dice recordando que ante este tipo de conflictos, la UE siempre ha sido "prudente". Ni tan siquiera reclamó "la disolución de la URSS o de Yugoslavia", nos dice.
La UE está "a favor del status quo, contra la ruptura, contra pasos unilaterales y en todos los ejemplos que conocemos, desde los Balcanes hasta la disolución de la Unión Soviética la Unión apoyó la reforma o un cambio sin rupturas, sin discontinuidad".
Y aunque el derecho europeo incluye la Carta de Derechos Fundamentales, este experto mantiene que no podrá invocarse la suspensión del referéndum, si llega a concretarse, como una vulneración del derecho a la libertad de expresión, "El referéndum no podrá considerarse como la expresión del derecho a la libertad de expresión o de la libertad de pensamiento o de asociación, porque un referéndum va mucho más lejos. Un referéndum sobre la independencia es un tema que normalmente debe estar regulado por la Constitución. Los Estados miembros reconocen a España y a su Constitución y como la respetan nunca tomarán ninguna decisión que vaya en contra".
Y esto a pesar de que el conflicto quede enquistado y se convierta en ese foco "helado" de tensión permanente. Porque a la UE no le gusta el conflicto y convivirá mal con él aunque "los que vivirán peor el problema serán los catalanes y los españoles los que vivirán peor el problema y por tanto corresponderá a sus administraciones encontrar una solución. Porque aunque la UE pueda apoyar la búsqueda de una solución nunca se moverá de los principios básicos que representa el gobierno español".




