EEUU retira personal de la embajada de Cuba por unos supuestos ataques acústicos de procedencia desconocida
Desde hace meses una veintena de funcionarios estadounidenses sufren síntomas que la Casa Blanca achaca a un “ataque” contra su personal. El Departamento de Estado mantiene relaciones con La Habana que está cooperando en la investigación
Washington
Estados Unidos asegura en un comunicado que no puede determinar “la causa ni la fuente del ataque” contra los diplomáticos de su embajada en La Habana pero que, por seguridad y para preservar la salud de sus funcionarios, va a retirar a todo el personal no indispensable; es decir, a un 60% de los trabajadores hasta que el gobierno cubano pueda garantizar que no hay riesgo para la salud.
Durante los últimos meses, 21 funcionarios estadounidenses y sus familiares han sufrido diferentes síntomas como pérdidas de audición, fuertes mareos, dolor de oídos y de cabeza, fatigas, náuseas y pérdida cognitiva. Los investigadores, dice el Departamento de Estado, “no son capaces de determinar quién es responsable o qué está causando estos ataques”.
En un primer momento, la Casa Blanca habló de un ataque acústico cometido en las residencias y hoteles que frecuenta su personal. Pero nada de esto se ha podido probar, de hecho, el Departamento de Estado mantiene las relaciones diplomáticas con Cuba y asegura que está cooperando en la investigación para esclarecer lo ocurrido.
Washington alerta además a los turistas para que eviten viajar a Cuba porque, hoy por hoy, las autoridades no pueden garantizar que no existan riesgos para la salud. Una medida que puede hacer mucho daño a la apertura de la isla que ha empezado una tibia apertura tras la normalización de relaciones con Estados Unidos en diciembre de 2015.
Medios estadounidenses aseguran que la medida adoptada este viernes por el Departamento de Estado incluye además la suspensión indefinida de la emisión de visas, aunque los cubanos podrán solicitarlas en embajadas y consulados de otros países.
El martes pasado el secretario de Estado, Rex Tillerson, se reunió con el canciller cubano, Bruno Rodríguez, que negó categóricamente que el gobierno cubano esté detrás de este incidente y pidió a la Casa Blanca que dejara de politizar este asunto. Ambos acordaron llevar a cabo una investigación conjunta para aclarar lo sucedido. El propio Raúl Castro negó ante el embajador de Estados Unidos en La Habana, Jeffrey DeLaurentis, cualquier responsabilidad de su gobierno y ofreció permitir el acceso del FBI a la isla para que investigara lo ocurrido.