De viaje con Wagner por Bayreuth, el corazón de la ópera alemana
Tristán e Isolda, una de las obras más populares de la historia, es nuestra banda sonora para la ciudad a la que todo wagneriano tiene que peregrinar
Madrid
La apasionada historia de amor entre Tristán e Isolda, producida por una poción mágica, fue fruto de años de trabajo en los que se (como en una pócima) se añadieron numerosos ingredientes, desde la influencia del propio romance de Wagner con Mathilde Wesendonck, hasta la continua reflexión sobre el pensamiento de Schopenhauer. Terminada en 1859, no llegaría a los escenarios hasta 1865. El propio estreno fue digno de un libretto, puesto que se hizo con el dinero del riquísimo mecenas de Wagner, Luis II de Baviera, y el compositor que dirigía aquella primera función estaba casado con la mujer con la que Wagner mantenía en esos momentos una aventura, y que llegaría a ser su propia esposa: Cosima.
Hay una buena razón por el que aquel estreno fue en Munich, y no en Bayreuth: esta segunda ciudad todavía no se había convertido en la capital del wagnerianismo. No sería hasta 1872 cuando se empezó a construir allí un teatro hecho tal y como quería el propio Wagner para sacar el máximo partido a sus obras. Porque en el Festspielhaus se representa Wagner, y sólo Wagner; es más, de sus 13 óperas sólo 10 se pueden representar en ese templo: las otras tres no son dignas de él, según dejó estipulado el propio compositor.
En 1876 comenzó a celebrarse la cita imprescindible con la que todo wagneriano tiene que cumplir para ser digno de tal nombre: el festival que, por el verano, programa esas obras “autorizadas”. Así que acompañadnos al corazón de Franconia para saber qué visitar si uno consigue entradas para ese evento (algo difícil, pero no imposible).
Guía para disfrutar de Bayreuth
*** El Festspielhaus
El teatro que Wagner hizo construir (con el dinero de su mecenas Luis II, eso sí) es peculiar en más de un sentido. Lo primero que llama la atención es su ubicación, en una elevación al norte de la ciudad (de ahí su sobrenombre, la Colina Verde, un sitio excelente por otro lado para hacer picnic). Dentro, lo más destacado es lo que no se ve: el foso de la orquesta, que está cubierto, lo que permite al espectador dedicar toda su atención a la escena, y dota a la música que allí se toca de una cualidad atmosférica, como si surgiera del propio aire. Alrededor del edificio, una serie de puestecillos del restaurante del teatro atienden al público en los descansos, para matar el gusanillo con especialidades gastronómicas alemanas en los descansos de una hora establecidos por la dirección para las óperas más largas del compositor. Un consejo: si uno va a una función en el patio de butacas, conviene llevar un cojín o pedirlo en el guardarropa, porque la dureza de esos asientos es proverbial.
*** La casa de Wagner y Cosima: Villa Wahnfried
Junto con el Festspielhaus, el domicilio de los Wagneres parada obligatoria en cualquier ruta wagneriana. Wahnfried ("paz de la locura") fue la residencia del músico en la ciudad; una villa que el compositor construyó, de nuevo, gracias a la generosidad de Luis II. Desde 1976 alberga el Museo Wagner. En la fachada puede leerse el lema “Aquí donde mi locura encuentra la paz… Wahnfried, así llamo yo a esta casa”. Recorrer las estancias de la villa es recorrer la vida del compositor: su piano, el salón en el que componía, su biblioteca, su correspondencia... Además, en los jardines de Wahnfried se encuentra la tumba de Wagner y Cosima, siempre cubierta con flores dejadas por sus admiradores.
*** La ópera del Margrave
Aunque parezca mentira ahora, la tradición operística de Bayreuth es anterior a Wagner, y prueba de ello es el exquisito teatro barroco que se encuentra en pleno centro de la ciudad. Hasta abril de 2018 se puede ver solo por fuera, porque está en plenas obras de reacondicionamiento, pero está prevista una reinauguración con la misma pompa con la que se hizo el estreno original, en 1748; se prevé incluso reponer la misma obra: Artaserse, de Hasse.
*** Burg Rabenstein
Un auténtico castillo bávaro en mitad del bosque, a unos 30 kilómetros de Bayreuth, que bien podría ser el en el que alberga a los personajes de La Valquiria, peroque es ahora un sitio excelente para alojarse cuando se visita el Festival, puesto que está acondicionado como hotel. Ojo, no hay televisión en las habitaciones, aunque todo se compensa con las armaduras medievales que pueblan sus pasillos y con la fascinante chimenea que, al aire libre, calienta a los huéspedes en la terraza del castillo. Para amantes wagnerianos de Juego de Tronos.
*** Restaurante Eule
El Eule (Búho) es el restaurante wagneriano por excelencia y una parada obligatoria para cualquier asistente al Festival de Bayreuth. Su principal reclamo es que el propio Richard Wagner acudía con frecuencia al local, y también lo hacen hoy en día muchos de los cantantes que participan en el Festival. En su honor, los dos salones del restaurante llevan el nombre de Richard Wagner y Cosima Wagner, y buena parte de la carta hace referencia a motivos wagnerianos; por ejemplo, la “sopa de los nibelungos” o “estofado de ciervo de Wotan". Un atractivo de Eule es que, por tarde que termine la ópera en el Festival, siempre tendrán un plato dispuesto para ti, incluso tras el Ocaso de Los Dioses, una obra que termina hacia las 22:30, normalmente demasiado tarde para encontrar un restaurante abierto en Alemania.
*** Restaurante Oskar
En un edificio histórico en el centro de la ciudad se encuentra este restaurante considerado uno de los más célebres de Bayreuth, ubicado en lo que en su momento fue el Ayuntamiento. Es un lugar de encuentro para buena parte del personal del Festspielhaus. Es frecuente encontrar a miembros de la orquesta cenando tras la función.
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